Guayaquil cuenta con una nueva cancha deportiva que favorecerá el tratamiento integral de niños y jóvenes con problemas de adicción a las drogas
El consumo de drogas en niños y adolescentes es una realidad que se ha visto incrementada en sitios como Guayaquil. Esto debido a varios factores, entre ellos el confinamiento por el coronavirus.
Si bien es algo que excede a Ecuador y que se replica en varias localidades y países de América Latina, de la mano de esta situación también aparece el intento de ofrecer soluciones.
Rehabilitación
Esto es lo que intenta hacer la Comunidad Terapéutica San Juan Pablo II de la Arquidiócesis de Guayaquil. En este caso, una institución sin fines de lucro que cumple funciones de un centro de rehabilitación de drogas. Es un dirigido a jóvenes entre 12 y 17 años.
“Esta obra está destinada a crear rutinas en la vida del paciente en recuperación para fomentar en ellos la constancia y el compromiso, mejorando significativamente su autoestima, así mismo llena el vacío que pudiera sentir el paciente al dejar el consumo de drogas o alcohol y que suele aparecer luego de dejar de consumir”, se lee en un comunicado de la Arquidiócesis de Guayaquil facilitado a Aleteia.
Efectivamente, detrás de esto, el ánimo de ofrecer una atención integral (psicológica, médica y espiritual), ofreciéndole con esto orientación a la familia del menor afectado.
Un nuevo sitio deportivo
El pasado 22 de septiembre, en línea con los objetivos, se inauguró una cancha deportiva con el fin de contribuir al tratamiento integral de los niños y jóvenes a través del deporte. Incluso, con respecto a este aspecto, bien vale recordar que al papa Juan Pablo II muchas veces se lo ha destacado por su faceta como deportista.
Además, según agrega una crónica de la Arquidiócesis de Guayaquil, se develó una placa de reconocimiento al señor Fuad Dassum Armendáriz, benefactor del centro de rehabilitación.
Por otro lado, también se recordó que esta obra fue donada por Juan Doumet y su esposa Olga Eljuri.
@arquidiocesisdeguayaquil
Esperanza y agradecimiento
“Una esperanza para que los niños y jóvenes puedan reencontrarse consigo mismos y a partir de ahí ser personas que ofrezcan sus dones y cualidades a sus familias y a la sociedad. Estoy convencido que de aquí saldrán con ganas de vivir y de trabajar, que han descubierto su valor y que ahora están dispuestos a jugarse la vida”, reflexionó el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera.
También se expresó la señora Olga: “Me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de contribuir con este lindo proyecto de rehabilitar a los jóvenes. Es una satisfacción el ser sensible a una obra como ésta, de amor por la vida”.
Publicar un comentario