Yasmin Oré tiene claro que su misión es evangelizar a través de su testimonio. Tras pasar varios años dentro de los mormones ayuda a otros a salir de sectas o situaciones como la que ella vivió en Latinoamérica.
Criada en el catolicismo. Yasmin nació y creció en una familia católica en Perú. Acudió a un colegio religioso, recibió los sacramentos y asistía a misa todos los domingos junto a su familia. Esta situación se mantuvo hasta que Yasmin empezó la universidad y comenzó a relacionarse con otro tipo de ambientes.
Allí se reencontró con una amiga de la infancia que era mormona. Comenzó a quedar con ella y a participar en los eventos que ellos realizaban.
«Me gustaba lo que me ofrecían, realizaban muchas actividades sociales que no había encontrado en la Iglesia católica».
Yasmin dejó de ir a misa y se incorporó a las «reuniones sacramentales» de los mormones.
«Daban charlas atractivas, sobre noviazgo y castidad y yo sentía que allí no tenía miedo a vivir los valores».
Mormona y de misión
A los 19 años Yasmin decidió bautizarse por el rito mormón. Su familia lo respetó. Les pareció que «Dios le había buscado un camino distinto a ellos». Una vez dentro, comenzó a leer y formarse por su cuenta «para no sentirme atrasada» respecto a los que ya llevaban más tiempo.
Feliz y completa en ese momento, Yasmin decide ofrecerse para ir de misión, algo solo obligado para los hombres. Sus superiores lo aceptan y la destinan a Guayaquil (Ecuador). Allí le asignaron una compañera para realizar su misión.
«Debía captar gente, el mayor número posible llamando puerta por puerta. Convencerles para que se convirtieran en mormones. Así estuve 3 años».
Primera crisis
Pero todo cambió cuando Yasmin tuvo, por orden de su superior, que intentar convertir a la madre de este.
Una mujer anciana, católica, comprometida y con una gran devoción mariana.
«Yo le hablaba, trataba de convencerla y ella me respondía con sus argumentos», dice.
«Entonces algo en mí cambió y me di cuenta de que era injusto tratar de convertirla. Que debía respetar su fe católica».
«Ella me recordó a mis abuelos católicos»
«Ella me recordó a mis abuelos, católicos. No vieron con buenos ojos mi conversión mormona y aquello despertó en mí la nostalgia y un gran cargo de conciencia«.
Yasmin comenzó a tener dudas. Dudas que se acrecentaron cuando conoció a un pastor evangélico al que también debía convencer.
«Me di cuenta de que él me hacía preguntas de Biblia y yo no tenía respuestas, no sabía responderle. No estábamos preparadas ni dábamos argumentos razonables ni basados en la Escritura».
Las campanas del Espíritu Santo
Esto acrecentó las dudas de Yasmin. Pero su compañera la convenció de que sólo era el demonio que quería apartarla de esa labor. Siguió trabajando en la misión, día a día, puerta a puerta hasta que algo de nuevo volvió a removerla.
«Una mañana en medio de mi labor sonaron las campanas de una parroquia católica por la que pasábamos». «Ese sonido me sacudió el cuerpo. Supe que el Espíritu Santo se me revelaba y me abría los ojos. Esa parroquia católica me mostraba la verdad».
Entonces Yasmin comprobó que «el catolicismo no era malo ni falso y decidí dejar de perseguir a los católicos».
Esa crisis hizo que Yasmin pidiera volver a su casa. Abandonar la misión y dejar de ser mormona. Tras su insistencia, lo consiguió y regresó a su país a Perú. Allí pudo reencontrarse con su familia y tras un año de formación con unas monjas misioneras volvió a integrarse en la iglesia católica.
Mi misión: evangelizar
Desde entonces supo que su misión era evangelizar y a través de su testimonio en internet y en blogs llegó a mucha gente que, como ella, en Latinoamérica buscaba una salida a las sectas.
En ese proceso de contar su fe y ayudar a otros que habían pasado por lo mismo, conoció al que ahora es su marido.
Juntos viven ahora en España y tienen claro que su misión «es seguir convirtiendo». Para ello usa la tecnología: su instagram @yasmincatholic, su canal de Youtube y su perfil de Facebook “Convertidos Católicos”.
«Evangelizar me llevó a formarme y a seguir aprendiendo».
Yasmin trabaja ahora como profesora de religión y disfruta hablando de esto con adolescentes.
«Aquí no hay tantas sectas pero los jóvenes deben saberlo«. Trabaja y escribe sobre todo de espiritualidad. Yasmin afirma que «si alguien está formado y lleno, difícilmente se va a ir de la Iglesia católica».
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