La terapeuta Sheila Morataya propone tres hábitos que nos preparan para la muerte y al mismo tiempo hacen que cambiemos la perspectiva de la vida
«Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor» (Lam 3,26)”
Perder a alguien a quien queremos nos trae días difíciles. La muerte de un ser querido, nos deja muchas veces sin saber qué hacer. Perplejos y cansados. Confundidos y desolados. Sufrimos. Pero, aunque no lo queramos admitir, morir es un paso más dentro de la vida.
Repentina o no, nada nos prepara para la muerte de un ser que se ha querido mucho. Nada nos prepara para nuestra propia muerte. Pero el papa Benedicto XVI nos dice:
“La muerte es una experiencia a la que todo ser humano está llamado, y para la cual debe estar preparado” (Mensaje, 8 de diciembre, 2007 )
De manera que sí podemos prepararnos.
Y el papa Francisco, al hablar de ella (la muerte) se ha expresado así:
“Sabemos que la muerteno es un punto de partida, sino un punto de llegada”,
Homilía en Santa Marta, 4 de noviembre de 2021
Dos experiencias compartidas
Aparte de nuestro nacimiento, morir es la otra experiencia que todos los seres humanos en el mundo viviremos. Entonces, ¿por qué mucha gente vive como si nunca fuera a morir? ¿Por qué nos es tan difícil hablar de esto? Aún más, ¿por qué nos da miedo morir? Hace un tiempo leí una frase del psiquiatra austríaco Viktor Frankl que me impacto muchísimo:
“La muerte solo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir”.
¿Cómo nos preparamos para llegar ahí?
Personalmente pienso en la importancia de tener como hábito tres cosas importantes que nos van preparando para ese día:
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1Acostumbra a hacer un examen de conciencia.
Cada noche, puedes destinar unos cinco minutos a hacer un examen de conciencia. El examen es la reflexión sobre la jornada diaria y su desarrollo, que cada uno puede hacer antes de ir a la cama.
Recordando a Frankl, uno puede preguntarse: ¿cómo he llenado mi tiempo hoy? ¿cuánto me entregué a la vida? ¿qué me preguntaría Dios si me llama en este momento a su presencia?
Orar por el momento de tu muerte.
2Orar por el momento de tu muerte.
Encuentra una oración que te lleve a tener presente tu mortalidad. Puedes rezarla al final de tu examen. A mí me gusta mucho esta :
«Señor Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores».
Con ella se consiguen indulgencias.
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3Inicia el diálogo con tu pareja sobre este tema.
Hablad de esta cuestión y muéstrate abierta al aprendizaje, quizá a la incomodidad que pueda causar. Sin miedo a hablar de ello en el matrimonio. Ayúdate de la enseñanza de Jesús sobre la muerte, que vendrá -dice- «como un ladrón en la noche» y que, por lo tanto, debes estar en un estado constante de preparación.
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El teólogo Thomas de Kempis (1380-1471), en su libro La Imitación de Cristo, escribe que debes aprovechar el momento para hacer el bien mientras puedas:
«El presente es muy precioso; estos son los días de salvación; ahora es el momento aceptable. Qué triste que no gastes el tiempo en el que podrías comprar la vida eterna de una mejor manera».
La muerte nos puede llegar en cualquier instante. Si somos consciente de ello, si nos preparamos, trataremos de superar con más rapidez cualquier prueba que la vida nos plantee. No nos entregaremos a la depresión y el desánimo, que nos hace perder parte del precioso tiempo de nuestra vida. Viviremos como si supiéramos la fecha exacta del momento de la misma. Viviremos haciendo el bien.
La conciencia de nuestra mortalidad nos ayudará a valorar cada momento de la vida que tenemos.
Esta pequeña y sencilla reflexión la dedico a aquellas personas que están pasando por miedo cuando puedan que pueden enfermarse y morir. Pero la verdad, como diría Chiara Corbella Pretillo, nacemos para no morir nunca.
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