Lo hizo durante una audiencia en el Vaticano con los Canónigos Regulares Premonstratenses, con motivo del IX Centenario de la fundación de la Abadía de Prémontré, a quienes dio las claves para una buena gestión de su orden religiosa.
Ante los presentes, el Papa Francisco explicó que “la presencia de una comunidad de hermanas o hermanos es como un faro luminoso en el entorno”.
“Sin embargo,-continuó el Papa Francisco-, también se sabe que las comunidades religiosas no siempre responden plenamente a la vida a la que están llamadas”.
Para el Santo Padre, “la experiencia cristiana concreta está hecha de buenas intenciones y errores, consiste en volver a empezar una y otra vez”.
En este sentido, defendió que “sin conversión no hay comunión. Y este mismo arranque y conversión a la fraternidad es un claro testimonio del Evangelio, más que muchos sermones”.
A continuación, el Papa Francisco aseguró que “la oración de la Iglesia no conoce fronteras. La fidelidad a la oración común, que es la oración de Cristo, tiene un gran valor apostólico en sí misma”.
Esta oración, explicó el Papa, “ayuda a abrir los corazones y las mentes a todos; y esta apertura se expresa en el carácter público y accesible de las celebraciones en sus iglesias”.
“La cultura de la convivencia fraterna, de la oración comunitaria, que da cabida también a la oración personal, es el fundamento de la verdadera ‘hospitalidad misionera’, que pretende que los ‘extraños’ se conviertan en hermanos”, aseguró.
El Papa Francisco recordó que muchos miembros de esta Orden, siguiendo el espíritu misionero de su fundador San Norberto, han sido también misioneros: “La historia de la misión es una historia de valentía y abnegación, por amor”, añadió el Papa.
“No lo olvidemos: ser una prden significa aprender unos de otros; significa que las comunidades federadas, en su autonomía, deben cultivar un interés fraternal por todas las demás comunidades”, dijo el Santo Padre.
Además, explicó que también “es una forma de vivir la catolicidad de la Iglesia. Cada comunidad mantiene su propia identidad, a menudo determinada por sus orígenes y su historia, y por tanto ninguna comunidad puede pretender imponer su identidad a las demás”.
Siguiendo esta línea, el Papa defendió que “la actividad económica de una comunidad religiosa está destinada al sustento de sus miembros, su formación y su apostolado”.
“La actividad económica está al servicio de la misión y de la realización del carisma: nunca es un fin en sí misma, sino que está orientada a un objetivo espiritual. Nunca puede contradecir el propósito al que sirve”, señaló.
El Papa animó a los presentes a hacerse varias preguntas a la hora de elegir cómo ganar dinero dentro de la Orden: “¿cuál es el impacto en la gente de la zona? ¿Cuáles serán las consecuencias para los pobres, para nuestros huéspedes, para los visitantes? ¿Son nuestras elecciones una expresión de la sencillez evangélica? ¿Favorecen la acogida y la vida fraterna?”.
Más tarde, citó la sostenibilidad como “un criterio clave, al igual que la justicia social” y dijo que “las opciones económicas y sociales no están separadas de la misión”.
“Los contactos con organismos públicos y diversas sociedades, así como las inversiones de una comunidad, también pueden contribuir a desarrollar buenas iniciativas”, subrayó.
“Que los contactos recíprocos dentro de la orden mantengan la mirada abierta, susciten la solidaridad entre las comunidades y la atención al contexto en el que cada una de ellas vive y da testimonio del Evangelio”, pidió más tarde el Pontífice.
“Que el Espíritu Santo os ilumine en vuestro camino y en vuestro servicio a la Iglesia. De corazón os bendigo a todos vosotros y a vuestras comunidades”, concluyó el Papa Francisco.
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