“Las supersticiones, como la de los días de mala suerte, aunque muchos las consideren inofensivas, son siempre contrarias a la virtud de la religión”, dijo el sacerdote a ACI Prensa.
En muchos lugares existe la superstición del viernes 13 o del martes 13 como un día de mala suerte.
Esta superstición tendría su origen en Marte, el dios romano de la guerra, o en hechos que habrían sucedido en un día martes 13, como la confusión de lenguas de la Torre de Babel.
El P. Delgado recordó que “los cristianos no creemos en la suerte como un destino caprichoso impuesto por fuerzas superiores (astros, dioses, genios), sino que afirmamos la Providencia amorosa de Dios, diciendo con San Pablo que ‘a los que aman a Dios todo les sirve para el bien’”.
“Poner la confianza en las supersticiones, por tanto, es una ofensa a Dios, Padre bueno, que dispone todas las cosas en orden a que podamos alcanzar nuestro fin propio, que es alabarlo y glorificarlo”, subrayó el sacerdote.
“Ya en el Antiguo Testamento, el salmo 15 que cantaban los levitas decía: ‘mi suerte está en tu mano’. Saber que es Dios quien gobierna nuestras vidas es una liberación de la opresión a la que someten las supersticiones al ser humano”, destacó el P. Delgado.
De hecho, concluyó el sacerdote, “se da el caso curioso de que cuanto menos se tiene fe en el Dios verdadero, más crecen las supersticiones y prácticas derivadas de ellas, sean amuletos, adivinaciones, encantamientos, etc.”.
La superstición y la Iglesia CatólicaEl numeral 2110 del Catecismo de la Iglesia Católica explica que el primer mandamiento de la ley de Dios “prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo” y rechaza la superstición.
“La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias”.
El Catecismo explica también, en el numeral 2115, que la actitud cristiana ante el porvenir debe ser la de “entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y abandonar toda curiosidad malsana al respecto”.
“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir”, explica el numeral 2116.
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