“Desde esta ciudad de Matera, ‘ciudad del pan’, quisiera decirles: volvamos a Jesús, volvamos a la Eucaristía. Volvamos al gusto del pan, porque mientras estamos hambrientos de amor y de esperanza, o estamos quebrantados por las fatigas y sufrimientos de la vida, Jesús se convierte en alimento que nos alimenta y nos sana”, dijo el Papa Francisco en su homilía del 25 de septiembre.
Matera, una de las ciudades habitadas continuamente más antiguas del mundo, acogió a unos 12 mil fieles en el estadio municipal, más de 80 obispos y cientos de delegados de toda Italia.
El Papa Francisco viajó desde Roma a la ciudad del sur de Italia para ofrecer la Misa de clausura del Congreso Eucarístico, el cual se llevó a cabo del 23 al 25 de septiembre.
En su homilía, el Papa también instó a volver “al gusto del pan para ser Iglesia eucarística, que pone a Jesús en el centro y se convierte en pan de ternura, pan de misericordia para todos”.
“Una Iglesia que sabe inclinarse con compasión y ternura ante las heridas de los que sufren, socorriendo a los pobres, secando las lágrimas de los que sufren, haciéndose pan de esperanza y de alegría para todos”, continuó.
También pidió volver “al sabor del pan para recordar que, mientras se consume nuestra existencia terrena, la Eucaristía anticipa la promesa de la resurrección y nos guía hacia la vida nueva que vence a la muerte”.
En otro momento, el Papa Francisco dijo que la Eucaristía presenta a cada persona un desafío: “adorar a Dios y no a nosotros mismos, poniéndolo en el centro en lugar de la vanidad de uno mismo”.
“Cuando adoramos al Señor Jesús presente en la Eucaristía, recibimos también una nueva perspectiva de nuestra vida: yo no soy las cosas que poseo ni los éxitos que puedo alcanzar. El valor de mi vida no depende de cuánto pueda presumir ni disminuye cuando encuentro fracasos y contratiempos. Soy un hijo amado, cada uno de nosotros es un hijo amado. Soy bendecido por Dios. Quiere vestirme de belleza y liberarme de toda esclavitud”, dijo Francisco.
Y agregó: “Recordemos esto: el que adora a Dios no se hace esclavo de nadie. Redescubramos la oración de adoración, una oración frecuentemente olvidada. La adoración… nos libera y nos devuelve nuestra dignidad de hijos, no de esclavos”.
Los presos en Italia ayudaron a hacer las hostias eucarísticas ofrecidas durante la comunión en la Misa, como parte de una iniciativa de la asociación de capellanes de prisiones italianas. El vino que se ofreció en la comunión se hizo con vides cultivadas por refugiados y migrantes que trabajan en los viñedos de House of Dignity.
Al término de la Misa, el Papa Francisco rezó el rezo del Ángelus y recordó que este 25 de septiembre se celebra la 108° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebra anualmente el último domingo de septiembre.
Luego, el Papa se dirigió al comedor de la Fraternidad que lleva el nombre de “Don Giovanni Mele”, donde se reunió con el personal y bendijo el nuevo edificio.
Después de esta visita, el Santo Padre se despidió de las autoridades que lo habían recibido a su llegada y se dirigió al aeropuerto para viajar de regreso al Vaticano.
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