En la mañana de este miércoles 14 de septiembre, a las 9:40 a.m. (hora local), el Papa Francisco salió de la Nunciatura Apostólica y se desplazó en coche hasta el Palacio de la Independencia.
A las 10:00 a.m. (hora local), participó en la Oración en Silencio de los Líderes Religiosos en la Sala de Conferencias.
A continuación, tuvo lugar la ceremonia de apertura del “VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales”, donde se celebró la Sesión Plenaria.
El Santo Padre fue el último religioso en tomar asiento. Llegó hasta su sitio en silla de ruedas y fue recibido con un aplauso y gran respeto por el resto de participantes.
Tras el Presidente de la República de Kazajistán, Kassym Jomart K. Tokayev, el Papa Francisco pronunció ante los casi 100 participantes su discurso, la primera vez que un Líder Religioso da un discurso de inauguración en este congreso.
Ante los presentes, el Santo Padre defendió que “nosotros los seres humanos no existimos para satisfacer intereses terrenos y para establecer relaciones de naturaleza meramente económica, sino para caminar juntos, como peregrinos con la mirada dirigida al cielo”.
En esta línea, subrayó que ha llegado la hora de “despertarse de ese fundamentalismo que contamina y corroe todo credo, la hora de hacer que el corazón se vuelva transparente y compasivo”.
“En realidad, las religiones no son un problema, sino parte de la solución para una convivencia más armoniosa”, dijo el Papa, quien recordó que “necesitamos la religión para responder a la sed de paz del mundo y a la sed de infinito que habita en el corazón de todo hombre”.
La pandemiaA continuación, el Papa Francisco destacó “4 desafíos globales” que llaman a las religiones a una mayor unidad.
El Papa habló de la pandemia como el primero de estos retos, y aseguró que “nuestra común vulnerabilidad, que se manifestó durante la pandemia, debería estimularnos a no seguir adelante como antes, sino con mayor humildad y amplitud de miras”.
“Los creyentes en la post pandemia, además de sensibilizarse sobre nuestra fragilidad y responsabilidad, están llamados al cuidado; a hacerse cargo de la humanidad en todas sus dimensiones, volviéndose artesanos de comunión, testigos de una colaboración que supere los cercos de las propias pertenencias comunitarias, étnicas, nacionales y religiosas”, defendió.
Para el Santo Padre, esta propuesta “no es sólo un camino para ser más sensibles y solidarios, sino un itinerario de sanación para nuestra sociedad”.
La pazAnte los líderes de Religiones del mundo, el Papa Francisco lamentó que “nuestros días están aún marcados por el flagelo de la guerra, por un clima de discusiones exasperadas, por la incapacidad de dar un paso atrás y tender la mano al otro”.
Aseguró además que “es necesaria, para todos y para cada uno, una purificación del mal”.
“Dios es paz y conduce siempre a la paz, nunca a la guerra. Comprometámonos, por tanto, aún más, a promover y reforzar la necesidad de que los conflictos se resuelvan no con las ineficaces razones de la fuerza, con las armas y las amenazas, sino con los únicos medios bendecidos por el cielo y dignos del hombre”, pidió el Santo Padre.
La acogida fraternaEl Papa Francisco destacó la fraternidad como el tercer reto que llama a la unidad y lamentó que “cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados”.
“Pero es nuestro deber recordar que el Creador, que vela los pasos de toda criatura, nos exhorta a tener una mirada semejante a la suya, una mirada que reconozca el rostro del hermano”, defendió a continuación.
“Depende de nosotros, además de afirmar la dignidad inviolable de todo hombre, enseñar a llorar por los demás, porque sólo seremos verdaderamente humanos si percibimos como nuestras las fatigas de la humanidad”, aseguró el Papa Francisco.
Cuidado de la casa comúnPor último, el Papa Francisco habló del reto del cuidado de la casa común.
Aseguró que “el Altísimo ha dispuesto con cuidado amoroso una casa común para la vida. Y nosotros, que nos profesamos suyos, ¿cómo podemos permitir que se contamine, se maltrate y se destruya? También en este desafío unamos esfuerzos”.
“No busquemos falsos sincretismos conciliadores, sino más bien conservemos nuestras identidades abiertas a la valentía de la alteridad, al encuentro fraterno. Sólo así, en los tiempos oscuros que vivimos, podremos irradiar la luz de nuestro Creador”, concluyó el Santo Padre.
Al terminar la apertura del congreso, el Papa Francisco tuvo encuentros privados con algunos de los Líderes Religiosos.
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