Sor Práxedes, monja agustina de 87 años, confiesa: "La felicidad se siente siguiendo cada uno su vocación. Eso solo lo sabe quien lo vive"
¿Cómo puede ser feliz una mujer que vive encerrada en un monasterio de clausura? Sor Práxedes de San Agustín, la religiosa más veterana de la comunidad de las Hermanas Agustinas Descalzas de la localidad valenciana de Benigánim, nos da la respuesta.
Nació hace 87 años en Valdeltorno, Teruel. Su historia no es la de una vocación temprana: entró en el convento al cumplir los 27 años. Con una gran sonrisa, explica para los lectores de Aleteia cómo fueron esos años, en los que sintió la llamada del Señor:
«De pequeña yo no quería ser monja. Fue ya de mayor, con 27 años, Dios me llamó y estoy contentísima. Yo me dirigía espiritualmente con don Vicente Micó, director espiritual del seminario de Teruel. A mis padres les costó un poco, pero el Señor me llamaba y yo quería seguir mi vocación por encima de todo. En esos momentos, una hermana mía, que tenía once hijos, me animó a seguir adelante».
Agustinas Descalzas Benigánim
Su vocación como agustina
Don Micó desempeñó un papel decisivo, pues él procedía de Ollería, donde había una comunidad de agustinas descalzas. Él fue quien la encaminó hacia esta Orden.
De este modo, el primer convento que pisó fue el de Ollería, donde ha estado cuarenta años, muchos de ellos como priora.
Sor Práxedes recuerda momentos vividos allí:
«Ese convento era una maravilla: teníamos Casa de Oración y todos los domingos teníamos grupos de toda Valencia. Yo estaba muy apegada al convento, pues había hecho muchas obras, pero lo entregamos a otras monjas, las del Verbo Encarnado. Así en Ollería la vida religiosa sigue presente y viva».
La llegada a Benigánim
En el año 2009, se tuvieron que mudar a Benigánim, debido a la escasez de vocaciones, un momento que recuerda con tristeza y nostalgia, pero no les quedaba más remedio, en Ollería ya eran muy pocas y casi todas mayores.
En su convento, es fácil verla atendiendo en la tienda de recuerdos de la beata Inés, feliz porque sigue siendo útil a la comunidad, aun con pérdida del oído y sus despistes.
Sor Práxedes no tiene miedo de confesar su felicidad: “Vivo muy feliz. Nunca dudé de esto. No podemos ser infelices si Dios está con nosotras”.
La oración, el centro de su vida
Para sor Práxedes, rezar por todos nosotros es una necesidad grande: es el centro de su vida y lo que da sentido a su vocación. Desde el silencio, miles de monjas, como sor Práxedes, entregan su vida a la oración por toda la humanidad.
«Soy feliz pudiendo rezar por todos, para eso estamos aquí. Somos el corazón de la Iglesia, estamos calladitas, pero la oración, va y riega por todas partes. Jesús es muy grande: queremos amarle íntegramente, cada día más».
La vida diaria de sor Práxedes y de su comunidad puede seguirse a través de las redes sociales. Y es que estas monjas saben cómo hacer que su vida y su mensaje llegue muy lejos: tienen un canal de YouTube (Agustinas Descalzas Benigánim), Instagram (@agustinasdescalzasbeniganim), o Facebook (Agustinas Descalzas).
También es posible visitar esta comunidad personalmente o en grupo, llamando al +34962920294 (beatainesbeniganim.com). Las religiosas estarán encantadas de atender y conocer para poder entablar una amistad espiritual con todos aquellos que se acerquen, respetando la clausura.
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