Salvar a los demás también es salvarse a sí mismo

De Sam Mendes sólo podemos esperar lo mejor: bien se adentre en las amarguras de las familias disfuncionales o en crisis (American Beauty, Revolutionary Road), en la mafia (Camino a la perdición), en la road movie cómica (Un lugar donde quedarse), en la reactualización de James Bond (Skyfall, Spectre) o bien en la guerra (Jarhead), género éste último que ha recuperado en 1917 para contarnos una historia de la Primera Guerra Mundial que su propio abuelo, militar en aquella contienda, le relató: la odisea de dos muchachos de las tropas británicas para llevar un mensaje que salvaría a cientos de soldados de morir en una trampa de los alemanes.

En cuestión de pocas horas deberán atravesar territorios enemigos, ríos y ruinas, trincheras y alambradas, para impedir una masacre.

Cada filme bélico destacable que se ha estrenado en los últimos años da un giro a la técnica, a la narrativa, a la estructura, a la manera de mostrar la guerra en pantalla: Steven Spielberg imprimió crudeza y un realismo brutal a Salvar al soldado Ryan y un hilo conductor insólito en War Horse, su particular y juvenil mirada a la Primera Guerra Mundial; Mel Gibson ofreció su habitual crudeza y desgarro como director en Hasta el último hombre; Clint Eastwood nos mostró dos lados de la misma contienda en Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima; Quentin Tarantino le dio un vuelco a la Historia en Malditos bastardos; Christopher Nolan jugó con el tiempo y sus posibilidades en Dunkerque; y ahora Sam Mendes utiliza en 1917 un único plano secuencia para no darnos un respiro e introducirnos en lo que llaman “una experiencia inmersiva”, donde el espectador parece que está experimentando o viviendo una película.

Aunque, en realidad, ese único plano secuencia no es tal: está falseado o retocado para que lo parezca, como reconocen los creadores del filme, nominado a 10 Oscars. Mendes y su operador, el director de fotografía Roger Deakins, emplean la cámara como un personaje más, como si un observador invisible se tendiera en el barro junto a los soldados,  se metiera por el laberinto de las trincheras y adoptara el punto de vista más rompedor en cada momento.

Es la técnica puesta al servicio de la narrativa, de la historia, y no al revés: la cámara que ejerce las labores de herramienta indispensable para que nos cueste parpadear y nos adentremos con los dos protagonistas en esta odisea bélica.

Al igual que en la citada Salvar al soldado Ryan, en la que los protagonistas trataban de rescatar al único hijo vivo de una familia, uno de los motores de la acción de 1917 es la supervivencia de un familiar: cuando Blake (Dean-Charles Chapman) recibe el encargo de ser mensajero, sabe que entre las tropas a las que va a salvar está su hermano; de modo que la seguridad del pellejo de ese hermano se convierte en su primer objetivo.

Blake debe elegir a otro muchacho para que le acompañe y escoge a su colega Schofield (George MacKay), quien se muestra reacio al principio, pero quien acabará admitiendo la importancia de su misión: salvar vidas. Porque salvar vidas es, también, salvarse a sí mismo: redimirse de algún modo. 

Esta excusa argumental le sirve a Mendes para ofrecernos un bosquejo donde el horror y la belleza se dan la mano en ocasiones: una mujer y un bebé, supervivientes y sin víveres, ocultos en unas ruinas; un paisaje hermoso tras un ataque nocturno; un río salvaje en el que se disciernen, flotando, numerosos cadáveres; una explanada donde la calma que dan el cielo y la hierba se ve rota por las explosiones; un soldado que entona una canción que estremece a sus oyentes, hombres fatigados y molidos por la guerra…

La gran proeza de Mendes no reside sólo en la utilización de la cámara y en el aprovechamiento de la técnica, sino también en cómo prepara los planos, en cómo resuelve las situaciones de tensión o de violencia, en cómo nos transmite todo el dolor, la desolación, el sinsentido y el paisaje apocalíptico de la Primera Guerra Mundial.

El director ha reconocido la influencia de Alfonso Cuarón y su filme Hijos de los hombres. Pero también podemos entrever guiños, influencias, homenajes a películas como Gallipolli o Senderos de gloria. 1917 se convertirá en un clásico y es, sin duda, una de las mejores películas de los últimos meses, junto a Érase una vez en… Hollywood, El irlandés, Parásitos e Historia de un matrimonio.              

FICHA:

Título original: 1917

País: Reino Unido

Director: Sam Mendes

Guión: Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns

Música: Thomas Newman

Género: Drama / Guerra

Duración: 119 min.

Reparto: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andrew Scott, Daniel Mays, Adrian Scarborough

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