Beata Rosalía Rendu: Hija de la Caridad, madre de los desamparados

Hija de la Caridad, dedicó toda su vida a paliar las duras condiciones de pobres y heridos durante las muchas revoluciones y epidemias que castigaron a la población francesa durante la primera mitad del siglo XIX.

En el cementerio de Montparnasse muchas tumbas del pasado permanecen abandonadas. Pero algunas aún reciben el calor de quienes acuden a honrar a quienes allí descansan. Una de estas, acoge a una mujer de enorme corazón que más de un siglo y medio después de su muerte sigue teniendo flores frescas. Los parisinos no se han olvidado de la beata Rosalía Rendu, una joven de provincias que un día llegó a la capital para dedicar su vida a los más necesitados.

ROSALIA RENDU
Mu-(CC BY-SA 3.0)

Nacida el 9 de septiembre de 1786, Rosalía nacía como Jeanne-Marie Rendu en la localidad francesa de Confort. La pequeña Jeanne-Marie creció en la Francia de la Revolución Francesa y vivió en su propio hogar la desesperación de muchos párrocos que huían del Terror. Sus padres, fervientes católicos, acogieron a muchos religiosos que se negaban a aceptar la Constitución Civil del Clero. En aquellos años complicados para los creyentes, Jeanne-Marie recibió su primera comunión en casa.

A pesar de las dificultades, los Rendu eran una familia unida y feliz. Jeanne-Marie creció rodeada de amor junto a sus padres y sus tres hermanas pequeñas. Pero en 1796 tuvo que enfrentarse a la dura pérdida de su padre y una de sus hermanas. A pesar de su corta edad, Jeanne-Marie ayudó en todo lo que pudo a su madre para sacar adelante a su familia.

Años después, la joven acudió a estudiar a un centro perteneciente a las hermanas ursulinas. En el camino, Jeanne-Marie se fijó en un hospital dirigido por las Hijas de la Caridad y pronto supo que quería formar parte de aquella congregación asistencial. Su madre le permitió acudir durante algunos ratos libres a ayudar a las religiosas y, poco a poco, fue madurando en su interior cuál iba a ser su propio destino.

En la primavera de 1802 se trasladó a la Casa Madre de las Hijas de la Caridad en París para iniciar su noviciado. Cinco años después, pronunciaba sus votos y se convertía en la hermana Rosalía. Rosalía Rendu fue trasladada a la casa que las Hijas de la Caridad tenían en el distrito parisino de Mouffetard, uno de los más deprimidos de la capital francesa. Allí permanecería el resto de su vida dedicada a los demás.

Durante la primera mitad del siglo XIX, Francia vivió una de las épocas más convulsas de su historia tras la etapa revolucionaria de 1789. Las revoluciones de 1830 y 1848 y la profunda transformación industrial que llevó a hacinar a muchas personas venidas del campo, provocaron un aluvión de heridos y enfermos. Altercados callejeros, epidemias de cólera, pobreza, y escasez de todo pusieron a prueba a las autoridades. En aquellos duros momentos, las Hijas de la Caridad abrieron las puertas de sus hogares para ayudar en todo lo que fuera necesario.

Nombrada superiora en 1815, Rosalía se puso manos a la obra para organizar la distribución de alimento, ropa y objetos de primera necesidad entre los pobres. En contacto con la administración y con las personas de clases acomodadas, Rosalía buscaba hasta debajo de las piedras para conseguir toda la ayuda que fuera posible. Desde artistas, aristócratas, generales, hasta el mismísimo emperador Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo, respondieron a su llamada de ayuda.

La beata Rosalía Rendu hizo suya la frase de San Vicente de Paúl: “Una Hermana irá diez veces cada día a ver a los enfermos, y diez veces cada día encontrará en ellos a Dios”.

A pesar de su frágil cuerpo y su débil salud, Rosalía trabajó duro para abrir una clínica, un orfanato, una farmacia, un centro de acogida para madres jóvenes y pobres sin recursos… creó, en fin, una densa red caritativa. Ajena a toda idea política, Rosalía y sus hermanas de la congregación de las Hijas de la Caridad hicieron frente a las duras epidemias de cólera que se cebaron con los más pobres en 1832 y 1846. También se acercaron a las barricadas levantadas durante las revoluciones de 1830 y 1848 para ayudar a todos los soldados heridos, fueran del bando que fueran.

Su valentía y dedicación al prójimo le valió ser condecorada con la Gran Cruz de la Legión de Honor que, sin embargo, no quiso aceptar. Aunque finalmente lo hizo tras la insistencia de sus superiores en la congregación.

Con una voluntad de hierro, Rosalía Rendu dejó a un lado sus propios sufrimientos físicos para dedicarse de lleno a todos aquellos que la consideraron con toda razón un ángel venido del cielo. Solo abandonó a sus “amados pobres”, como ella los llamaba, cuando su salud se quebró. Primero quedó ciega y poco después su cuerpo se apagó. Cuando el 7 de febrero de 1856 fallecía, el pueblo de París y de toda Francia quedó conmocionado. Una gran multitud la acompañó en el camino a su última morada en el cementerio parisino de Montparnasse donde bajo una hermosa cruz de piedra

se grabaron estas palabras: “A Sor Rosalía, sus amigos agradecidos, los pobres y los ricos”.

Su legado no fue olvidado e incluso fue aplaudido por todos, sin importar ideología ni credo. La prensa, tanto católica como atea e incluso anticlerical se rindió a sus pies. No en vano, Rosalía Rendu fue un ejemplo de entrega incondicional a los demás. La oración fue su fuerza y ayudar al próximo una absoluta necesidad para su alma: “Nunca he orado tan bien como en las calles”.

Cuando Juan Pablo II la beatificó en 2003 dijo de ella: “Su caridad fue original. ¿De dónde sacó la fuerza para llevar a cabo tantas cosas? De su intensa vida de oración y la oración continua del Rosario, que nunca abandonó. Su secreto era simple: ver el rostro de Cristo en cada hombre y mujer, como una verdadera hija de San Vicente de Paúl y como otra hermana de su época, Santa Catalina Labouré. ¡Demos gracias por el testimonio de caridad que la familia vicenciana da sin cesar al mundo!”

Links relacionados:

https://es.aleteia.org/2013/02/01/sociedad-de-san-vicente-de-paul-fe-hecha-caridad/

https://es.aleteia.org/daily-prayer/jueves-15-de-marzo/

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