Cómo criar a los hijos cuando se tiene mucho trabajo

Entre las reuniones, los viajes de negocios y los compromisos comunitarios, algunos padres apenas pueden encontrar tiempo para sus hijos. ¿Cómo evitar que nuestros hijos sufran esas ausencias?

Cuando un padre o una madre es un personaje público o está muy ocupado con el trabajo, ¿cómo transmite su modelo educativo a sus hijos? El psicoanalista Jacques Arènes ayuda a los padres a pasar más tiempo con sus hijos y subraya la importancia de admitir su diferencia, incluso su fragilidad.

Conocemos el riesgo de proyección de los padres que no han podido cumplir su ambición profesional. ¿Y qué pasa con los padre que «han triunfado en la vida”?

Existen trayectorias asombrosas, genialidades y muchas adicciones al trabajo. Algunos hombres y mujeres viven su compromiso como una vocación y, al tiempo que su adicción puede ser muy asfixiante para algunos, para otros puede ser muy atractiva. En cualquier caso, lo ideal es establecer una barrera entre la vida profesional (o pública) y la vida privada, de manera que no sea solamente un profesional o figura pública también a ojos de sus hijos.

Cuando se tiene una personalidad fuerte, ¿de qué manera se puede transmitir sus convicciones a sus hijos sin abrumarlos?

Hay inteligencias que abarcan mucho y aprietan poco o que no logran aceptar puntos de vista contradictorios. Podemos ser resueltos y muy decididos y, al mismo tiempo, atentos a la diferencia del otro. Por tanto, el problema no es tanto el tener una personalidad fuerte como el permitir que el otro tenga su espacio, con su fragilidad. Esto es posible cuando conocemos y aceptamos nuestra propia fragilidad, si no nos consideramos “triunfadores”, si somos capaces de cuestionarnos a nosotros mismos.

No hay necesidad de grandes discursos, transmitimos mucho también a través de nuestra actitud vital y comportamientos: a través de la atención a los demás, al velar por no denigrar los centros de interés de su hijo, al esforzarse en permanecer abierto al diálogo, al ser capaz de responder a preguntas sin invocar siempre el argumento de autoridad… Y, por supuesto, aunque parezca paradójico, se transmite mucho también a través de la escucha.

Precisamente, ¿cómo dedicar tiempo a escuchar cuando no se ve a los hijos en todo el día? ¿La calidad del tiempo pasado juntos durante el fin de semana es suficiente?

El acuerdo que los cónyuges encuentren sobre el equilibrio familiar resulta primordial. Estar en algo disponible es esencial. Se puede ser un ejecutivo muy atareado y estar disponible. Es una forma de libertad interior, de disposición mental. Y por supuesto, es crucial ofrecer un tiempo cuando se está realmente presente. Los niños sienten muy bien la presencia del otro. Y, a veces sucede, a algunas personas la vida no parece interesante más allá de su vida profesional.

Dicho esto, la cantidad supone un mínimo. Y ese mínimo varía de un niño a otro, según sus características y su edad. No es necesario ofrecer lo mismo a todos: algunos necesitan tiempo, mientras que otros necesita que los dejemos “a su aire”. Corresponde a los padres evaluar la situación y explicarse: “Sois diferentes, no tenéis la misma historia, cada uno tiene sus propias necesidades, etc.”.

Para compensar su ausencia, algunos padres prefieren “momentos fuertes”, menos frecuencia, pero más intensidad. ¿Qué opinas de esto?

Es necesario que ese tiempo intenso tenga un sentido, que no sea la invención de una complicidad que no existe en el día a día. Que se trate de una pasión compartida y no de una elección paternal unilateral.

 ¿Cómo evitar que el niño sufra por tantos compromisos de sus padres?

Para empezar, la pareja debe estar de acuerdo. Si uno de los cónyuges queda descuidado en favor de los compromisos del otro, el niño toma consciencia de ese desequilibrio. Además, hay actividades muy nobles que pueden ser una forma de huida. Aunque no siempre. Eso se verifica según el criterio de dependencia: ¿puedo pasar sin hacerlo, puedo dejarlo?

Siempre tenemos excelentes razones para ser indispensables. Queda saber a quién elegimos en primer lugar: a nuestro compromiso o a nuestra familia. Una buena pregunta que plantearse es: “Si mi hijo o mi hija necesita hablar conmigo, ¿estoy dispuesto a cancelar una reunión?”.

¿Y si no puede anular su reunión?

Si no es posible, puede comprometerse a una cita con sus hijos. Siempre que se vea con placer y no como una imposición más. Cuando un padre desbordado llega a bloquear un horario de disponibilidad en su agenda para sus hijos, da testimonio de su deseo de ofrecerles su tiempo. Y al niño le conmueve esta voluntad. Pero la clave para el padre sigue siendo la flexibilidad y la adaptabilidad. ¿Dónde, si no en familia, se vive la gratuidad con alegría?

El niño también es sensible a la coherencia de los adultos. Si su padre dedica tiempo sin mirar la hora a sus diversos compromisos y no sabe encontrar tiempo para acompañar a una hija en sus deberes escolares, ¡las disfunciones hablan por sí mismas!

¿Cómo reaccionar cuando el hijo rechaza los valores que se le intentan transmitir?

¡Algunos niños son como marcianos para sus padres! Espontáneamente, sienten más cercanía con uno que con otro simplemente porque funcionan de la misma forma. Dedicamos más tiempo a comprender a quienes son más diferentes de nosotros. Pero es una oportunidad para dialogar.

Hay que ser humildes y confesar: “Estoy preocupado, no comprendo lo que haces, lo que vives, no imaginaba esto para ti”. Quizás es también una ocasión de cuestionarse a uno mismo: “¿Qué deseo realmente para mis hijos? ¿Me preocupa más la apariencia externa del éxito? ¿Qué es lo esencial? ¿Existe un solo camino para conseguirlo?”.

¿Qué aportación es específica de un padre a sus hijos?

El padre es un “extraño íntimo”. Aporta a la vez una gran proximidad y cierto aspecto exterior. Es cercano por su amor, su cariño, sus juegos, sus ánimos… Transmite confianza. Pero también saca a los hijos de sí mismos, los invita a asumir riesgos. Les insufla el deseo de superarse y abrirse al mundo.

¿Un último consejo a los padres de familia?

¡Que no se sientan culpables! Que no se reprochen por que les falte tiempo o por sentirse torpes con sus hijos. Los padres de hoy están en general más próximos a sus hijos. Se interesan más por su vida, por sus estudios.

Les deseo que sepan observar la relación que mantienen con cada uno de sus hijos. Y que la cuiden usando unos medios muy sencillos: haciendo preguntas, invitando al restaurante o al cine… ¡Esos pequeños momentos compartidos crean afinidades particulares con cada uno!

Entrevista realizada por Stéphanie Combe

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