En un comunicado del 30 de julio, el canciller de la Arquidiócesis, John P. Cahill, indicó a todos los pastores, administradores y vicarios parroquiales que “no hay base para que un sacerdote emita una exención religiosa a la vacuna”.
“El Papa Francisco ha dejado muy claro que es moralmente aceptable recibir cualquiera de las vacunas y señaló que tenemos la responsabilidad moral de vacunarnos. El Cardenal Dolan ha indicado lo mismo”, agregó
El canciller señaló que, al emitir una exención religiosa a la vacuna, un sacerdote estaría “actuando en contradicción con las directivas del Papa y participando en un acto que podría tener graves consecuencias para otros”. En una entrevista en enero, el Papa Francisco indicó que “éticamente, todos deben vacunarse”.
En Estados Unidos, varios lugares de trabajo han establecido que sus trabajadores tienen la obligación de recibir la vacuna. La red católica de atención médica Ascensión exige la vacunación contra el coronavirus para empleados, médicos, voluntarios y proveedores, aunque ha prometido algunas exenciones religiosas y relacionadas con la salud.
Algunas instituciones católicas han manifestado su apoyo a las exenciones de conciencia a los mandatos de vacunas, o han proporcionado materiales para personas con objeciones religiosas a recibir una vacuna COVID-19.
En su comunicado, la Arquidiócesis de Nueva York reconoció la “objeción moral sincera” de algunas personas a recibir vacunas COVID-19, “debido a su conexión con el aborto”.
“Esta preocupación es particularmente aguda entre las personas que son fuertemente provida y muy leales a la enseñanza de la fe”, añadió.
La Arquidiócesis resaltó que “cualquier individuo es libre de ejercer su discreción para recibir la vacuna basándose en sus propias creencias”, sin embargo, agregó que los sacerdotes “no deben ser participantes activos de tales acciones” al otorgar exenciones religiosas.
“Imagine a un estudiante que recibe una exención religiosa, contrae el virus y lo propaga por todo el campus. Claramente, esto sería una vergüenza para la arquidiócesis. Algunos incluso argumentan que podría imponer una responsabilidad personal al sacerdote”, lamentó.
Actualmente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha otorgado una autorización de uso de emergencia a tres vacunas: las producidas por Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson. Si bien las tres vacunas se probaron en líneas celulares derivadas de abortos electivos hace décadas, solo una de las vacunas, Johnson & Johnson, se produjo directamente utilizando las controvertidas líneas celulares.
La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano ha declarado que el uso de las vacunas con conexiones a las líneas celulares cuestionables es “moralmente aceptable”, pero que los católicos deben buscar “vacunas COVID-19 éticamente irreprochables” cuando estén disponibles.
En su declaración en diciembre de 2020, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano resaltó además que la vacunación no debe ser obligatoria.
“Quienes, sin embargo, por razones de conciencia, rechacen las vacunas producidas con líneas celulares de fetos abortados, deben hacer todo lo posible para evitar, por otros medios profilácticos y conductas adecuadas, convertirse en vehículos de transmisión del agente infeccioso”, afirmó.
La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) ha declarado que las tres vacunas aprobadas para su uso en los Estados Unidos son “moralmente aceptables”.
“Si se puede elegir entre vacunas COVID-19 igualmente seguras y efectivas, se debe elegir la vacuna con la menor conexión con las líneas celulares derivadas del aborto”, dijo la USCCB en marzo. “Por lo tanto, si uno tiene la capacidad de elegir una vacuna, se deben elegir las vacunas de Pfizer o Moderna en lugar de las de Johnson & Johnson”, concluyó.
Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.
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