Del 9 al 12 de agosto, se llevó a cabo la CXXII Asamblea Ordinaria, donde los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica se reunieron para reflexionar sobre el quehacer de la Iglesia y la realidad que afronta la sociedad.
En un comunicado, los prelados indicaron que se sienten alegres por la respuesta de fe que “año con año se renueva con motivo de la Fiesta Nacional en honor de nuestra Madre y Patrona (Nuestra Señora de Los Ángeles), que acabamos de celebrar hace solo unos días, contando con las limitaciones y los cuidados sanitarios que la pandemia nos sigue pidiendo”.
“Saludamos en el Señor a todos los fieles católicos, a los creyentes en Dios y a todas las personas de buena voluntad para ofrecerles este mensaje al finalizar nuestro encuentro”, remarcaron.
Los prelados agradecieron a los sacerdotes por su labor en “la misión de evangelizar y acompañar al pueblo santo de Dios, por su caridad pastoral, y pedimos para que sigan mostrando el rostro misericordioso del Señor en el llamado que de Él han recibido”.
Además, indicaron que desean ofrecer “palabras de esperanza a la luz de la fe y de los valores que han caracterizado a nuestra Nación, en procura de que entre todos contribuyamos a un mejor rumbo de Costa Rica, cercanos ya al 200 aniversario de su independencia”.
En su mensaje con el título “Señor, danos siempre de ese pan”, señalaron que una de las grandes necesidades del país es el “pan material que no llega a todos, ni ha alcanzado para todos en los últimos años”, pero resaltaron que es también necesario buscar con ahínco “el pan espiritual que nos lleva a la vida eterna”.
“Clamamos al Señor: ‘danos siempre de ese pan’ (Juan 6, 34), pues es Jesús quien nos dice: ‘Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed’”, resaltaron.
Los prelados recordaron que la Iglesia afirma “que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección”.
“Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad”, subrayaron.
Asimismo, remarcaron que la conciencia humana “debe mirar al futuro, más allá de este mundo material que es temporal y pasajero”, pero indicaron que la esperanza de la vida eterna no priva de la “responsabilidad con la sociedad, con nuestras tareas y misión en este mundo”, sino que “obliga a no olvidar y a asumir nuestros deberes temporales para no poner en riesgo nuestro destino eterno”.
Los obispos pidieron caminar juntos como Iglesia, para trabajar en fraternidad, transmitir “esperanza con nuestra vida y testimonio; seamos solidarios y construyamos una nación próspera con oportunidades de desarrollo para todos”.
“Como pastores del pueblo de Dios les enviamos nuestra bendición, les aseguramos nuestra oración, y también les pedimos que oren por nosotros, para que sea el Espíritu Santo el que guíe a nuestra Iglesia”, concluyeron.
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