Esta delegación participó en la Misa en el Vaticano que presidió el Papa Francisco el 29 de junio, Solemnidad de los patronos de Roma.
El Santo Padre les agradeció su presencia en la celebración Eucarística en la Basílica de San Pedro y aseguró que fue “una alegría para mí y para todos”.
A continuación, el Papa aseguró que se ha “superado el tiempo de la distancia y la indiferencia, durante el cual se pensaba que las divisiones eran un hecho irremediable”.
“Hoy, gracias a Dios, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo y con la guía del Espíritu Santo, nuestras Iglesias mantienen un diálogo fraterno y fructífero y se comprometen firme e irreversiblemente en el camino del restablecimiento de la plena comunión”, aseguró.
El Papa Francisco defendió que “la reconciliación entre cristianos separados” es hoy “más pertinente que nunca, mientras el mundo está convulsionado por una agresión bélica cruel y sin sentido, en la que tantos cristianos luchan entre sí”.
“Pero ante el escándalo de la guerra, en primer lugar, no hay que hacer consideraciones: hay que llorar, socorrer y convertirse”, explicó a continuación.
El Pontífice aseguró que se debe “llorar las víctimas y la demasiada sangre derramada, la muerte de tantos inocentes, el trauma de las familias, de las ciudades, de todo un pueblo: ¡cuánto sufrimiento en los que han perdido a sus seres más queridos y se ven obligados a abandonar sus hogares y sus patrias!”.
“Luego está la necesidad de ayudar a estos hermanos y hermanas: es un recordatorio de la caridad que, como cristianos, estamos obligados a ejercer hacia el migrante, el pobre y el herido Jesús”.
En esta línea, aseguró que “también hay que convertirse para entender que las conquistas armadas, las expansiones y los imperialismos no tienen nada que ver con el Reino que anunció Jesús, con el Señor de la Pascua que en Getsemaní pidió a los discípulos que renunciaran a la violencia”.
Además, aseguró que “la búsqueda de la unidad de los cristianos no es, pues, una cuestión interna de las Iglesias” sino “una condición indispensable para la realización de una auténtica fraternidad universal, que se manifiesta en la justicia y la solidaridad hacia todos”.
“Espero que el diálogo teológico avance promoviendo una nueva mentalidad que, consciente de los errores del pasado, nos lleve a mirar cada vez más juntos el presente y el futuro, sin dejarnos atrapar por los prejuicios de otras épocas”, pidió el Papa.
Asimismo, el Papa animó a no “contentarnos con la diplomacia eclesiástica y a caminar “juntos como hermanos: recemos unos por otros, trabajemos unos con otros, apoyémonos unos a otros mirando a Jesús y su Evangelio”.
“Queridos miembros de la Delegación, que los santos hermanos Pedro y Pablo intercedan por nosotros y obtengan la bendición de Dios, nuestro buen Padre, sobre nuestro camino y sobre el mundo entero”, concluyó el Papa.
Publicar un comentario