En una comunicación a los sacerdotes y fieles de la Arquidiócesis, Mons. Eguren recordó que en agosto “celebramos a nuestra compatriota, Santa Rosa de Lima, la primera flor de santidad que brotó en nuestro continente americano”.
La fiesta universal de Santa Rosa de Lima se celebra el 23 de agosto, pero en el Perú, su país natal y del que es patrona, se celebra el 30 de agosto.
El Arzobispo dijo que “ante las actuales y difíciles circunstancias que vivimos, he preparado una oración a nuestra santa peruana para pedirle por nuestro país. Mucho les agradeceré se sirvan rezarla diariamente durante el mes de agosto, en sus familias y comunidades”.
El 28 de julio, luego de unas elecciones en las que abundaron las acusaciones de fraude, asumió la presidencia del Perú el candidato Pedro Castillo, del partido marxista leninista Perú Libre.
Al día siguiente, en una ceremonia simbólica en la ciudad andina de Ayacucho, juró como primer ministro Guido Bellido, congresista de Perú Libre y que es investigado por apología al terrorismo.
El nombramiento de Bellido y de otros ministros suscitó rechazo en algunos sectores e incluso una gran marcha en Lima el domingo 1 de agosto, en la que los participantes exigían la renuncia del premier.
A la crisis política y social se suman los daños causados en Piura y otras ciudades del norte por algunos sismos en días recientes.
La oración compuesta por Mons. Eguren es la siguiente:
Gloriosa Santa Rosa de Lima,
tú que supiste amar a Jesús con un corazón fino y generoso,
enséñanos tus grandes virtudes para que, siguiendo tu ejemplo,
podamos gozar de tu protección en la tierra
y de tu compañía en el Cielo.
Oh Rosa celestial, compatriota nuestra,
que con el buen olor de Cristo
sigues llenando de fragancia a toda la Iglesia, al mundo,
y especialmente a tu amada Patria, el Perú,
acudimos a tu intercesión,
para que en esta difícil hora que vive nuestro país
comprendamos que el odio y la violencia nunca son el camino.
Alcánzanos de tu adorado Jesús, los bienes de la salud,
la verdad, la justicia, la paz y la unidad,
bienes que fructifican cuando alentamos nuestra fe cristiana,
aquella que sella hondamente nuestra identidad como Nación.
Tú, que con auténtica caridad cristiana,
amaste a los más pobres y descartados,
ayúdanos a amar y servir a las personas, una a una.
Enséñanos a cultivar la esperanza,
esa que vence toda adversidad
y trae mejores condiciones de vida para todos.
Rosa de Santa María,
tú que aprendiste en la escuela de la Virgen Santísima,
a ser fuerte en la fe, invicta en la esperanza,
y ardiente en el amor a Jesús y a los hermanos,
pídele a María Santísima,
que nos cuide y guíe en esta hora difícil de la Patria
y que aparte de nosotros todo desastre natural.
Amén.
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