La increíble historia de la Hermana Juanita, que mostró alegría e ilusión ante la enfermedad.
Es una historia difícil de creer, pero es cierta, muy cierta. La Hermana Juanita pasó 40 años sin poder moverse de su cama. Sin embargo se relacionaba con mucha gente, era catequista y transmitía una ilusión enorme. ¿De dónde le venía tanta energía?
Nació en Córdoba, en 1937. Tercera hija de una familia humilde y trabajadora. Cuando tenía 13 años enfermó de tifus. Estuvo muy grave, a punto de morir. Se consagra a la Virgen y va mejorando poco a poco. Consigue salvar su vida, pero quedaría postrada en la cama toda su vida. Su cuerpo queda marcado por la gangrena y las llagas. ¿Quién querría vivir así, podría pensar alguno?
La Hermana Juanita Méndez Romero aprovechó estos ratos de soledad y postración para profundizar en la oración y la oración y la meditación, la penitencia y el Vía Crucis, la lectura. Ofrece sus sufrimientos, penas y alegría para la salvación de todos los hombres, por el Papa, la Iglesia y los sacerdotes, y sigue con su vocación apostólica y misionera.
No estaba triste, más bien al contrario. Era sólo una niña. Vivía con paz y alegría, se sentía feliz y disfrutaba de las visitas de otras niñas de la Residencia. Su vida estaba plenamente llena de sentido.
En el año 1963 le proponen ser Obrera del Corazón de Jesús, su gran deseo desde la infancia. Tras solicitar los permisos oportunos por su enfermedad, es postulanta y novicia, tomando el hábito. Crecer en su formación religiosa y su intensa vida interior y de oración. Se integraría plenamente en la Comunidad de Obreras de Villanueva de Córdoba.
Casi 30 años de religiosa, postrada en la cama, sin moverse. Su testimonio impresiona a muchos y comienza a ser muy conocida en la comarca. Esta semana Papa Francisco aprobó sus virtudes heróicas. Va camino de los altares.
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