La hermana Piedad se formó, humana y espiritualmente, en el Colegio de Loreto de las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, ubicada en Valencia. Allí se destacó por su espíritu de piedad, oración y la dedicación para acoger a los niños pobres, ancianos y enfermos.
Aquella etapa de su vida la marcaría profundamente; sería el inicio de un largo itinerario espiritual y apostólico tras las huellas del Señor. Muchas puertas se cerraron en su vida, pero otras se abrieron, algunas con dificultad. Piedad pasó por largos tiempos de incertidumbre así como por etapas luminosas y menos aciagas. Al final, el Señor, que la acompañó siempre con su gracia, coronó todos sus esfuerzos.
Inicio de la búsqueda: “Jesús, dime dónde…”
En 1874, cuando tenía 21 años, ingresó al convento de las Carmelitas de la Caridad de Vich, pero se vio obligada a abandonar el noviciado a causa de una epidemia de cólera que la enfermó gravemente. Mientras pudo, Tomasa ayudó a quienes habían contraído la enfermedad, pero una vez que se contagió no hubo quién se encargue de ella. Una vez recuperada, consiguió un empleo como obrera textil y vivió en una humilde pensión. Tiempo después, se acogió como huésped-empleada en el Colegio de las Madres Mercedarias de la Enseñanza, donde trabajó como maestra durante seis años y medio.
Un nuevo proceso de acercamiento al Señor la condujo nuevamente a sus inquietudes vocacionales y al deseo de servir a Dios de todo corazón. Fue así que Tomasa descubrió que Él no la quería en el camino que estaba siguiendo. Con una sencilla oración, Tomasa le pedía constantemente a Jesús que la ayude a saber cuál era su voluntad: “Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero dime dónde”.
Con la venia del obispo, en 1881, Tomasa viajó a la ciudad de Murcia (España) junto a tres amigas, lugar donde el Señor respondió a su búsqueda personal y le hizo vivir una experiencia mística en la que el Corazón de Jesús, mostrándole el hombro izquierdo ensangrentado, le dijo que lo ayude a cargar su cruz, y que funde una congregación, “de la que siempre tendrá misericordia”.
Llamada a ser fundadora
En 1884, con el respaldo de su confesor y del obispo de Cartagena-Murcia, fundó la Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen en Puebla de Soto (Murcia), dedicadas a atender enfermos, pobres y huérfanos.
Tiempo después abrió dos comunidades más en las ciudades de Alcantarilla y Caudete, gracias al número de jóvenes que se sentían atraídas por el estilo de la congregación.
Sin embargo, también surgieron algunas tensiones, por lo que seis años más tarde cambiaría el nombre de su fundación a “Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús”, la cual quedó bajo el patrocinio de San Francisco de Sales. La congregación fue aprobada el 28 de noviembre de 1895 y declarada de derecho pontificio en 1935.
El carisma de esta nueva congregación se caracteriza por el deseo de hacer sensible ante los hombres, especialmente a los pobres, el amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón misericordioso de Jesús, abierto de brazos en la Cruz.
“He peleado hasta el fin el buen combate” (II Tim 4,7)
En 1915, Tomasa hizo los votos solemnes tomando el nombre de Piedad de la Cruz. Tenía alrededor de 73 años. Un año después, el Señor la llamó definitivamente a su presencia. La Hermana Piedad falleció a los 74 años, el 26 de febrero, en Alcantarilla (Murcia), cuatro meses después de haber dejado el cargo de Superiora General de su congregación.
El día 6 de febrero de 1982 tuvo lugar, en la diócesis de Cartagena-Murcia, la apertura del proceso de canonización de la hermana Piedad. Fue declarada venerable el 1 de julio del año 2000 y beatificada en Roma el 21 de marzo de 2004.
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