«Cada niño soldado es un grito que se eleva a Dios»

¿Qué supone por las armas en las manos de un niño? ¿Cuántos niños soldado hay en el planeta?

Este 12 de febrero, una vez más, se ha celebrado en el mundo el Día Internacional contra el uso de Niños Soldado, fecha en que la ONU recuerda que cada año que pasa son más los niños reclutados para participar –como auténtica carne de cañón—no solo en conflictos armados, sino como parte de organizaciones de delincuentes o de autodefensa, como por ejemplo sucede en el Estado de Guerrero, en México.

El Papa Francisco unió su voz a través del Twitter @Pontifex a la campaña #RedHandDay lanzada por la ONU, cada 12 de febrero, para luchar contra el Uso de Niños Soldado mediante una frase que debería mover conciencias de todo el planeta: «Cada niño soldado es un grito que se eleva a Dios y acusa a los adultos que han puesto las armas en sus pequeñas manos».

Aunque, a veces, los adultos pongan las armas en los niños y adolescentes para defender a sus comunidades de los narcotraficantes, de los secuestradores, de los tratantes de personas que en países como México, tienen estados completamente secuestrados,

En ese caso, siguiendo la invectiva del Papa Francisco, la acusación para los niños soldado de Guerrero tendría que ser dirigida en contra de las autoridades políticas de México.

Las afectaciones son de por vida

Poner un arma en manos de un niño, de un adolescente, es tanto como confiscar el futuro, la esperanza, las ganas de vivir y de trabajar en paz. Es ponerlos en la espiral de la violencia, sacrificando la infancia a intereses que no comprenden ni pueden comprender.

Aunque es imposible determinarlo, la UNICEF calcula que hay alrededor de 300,000 niñas y niños soldados en el planeta.

El reporte de UNICEF señala que estos menores explotados por la maldad humana «participan actualmente en grupos y fuerzas armadas con distintas funciones, como combatientes, cocineros, mensajeros, espías o por motivos sexuales».

El organismo de la ONU señala que en 2020, más de 8.500 niños «fueron desplegados en escenarios de gran hostilidad sufriendo estos abusos».

Si bien es cierto que los países con mayor número de niños soldado son Afganistán, Irak, Burundi, Costa de Marfil, Liberia, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, El Chad, República Centroafricana y Somalia, también lo es que en lugares en los que operan grupos de delincuentes, narcotraficantes, secuestradores y maras o pandillas, niñas y niños son igualmente usados como sicarios.

El horrible caso de México

Desde hace, por lo menos, diez años la prensa y los medios de comunicación, la Iglesia católica misma, han venido denunciando la tremenda situación en que se encuentran muchas comunidades del Estado de Guerrero (suroeste del país), en donde las milicias de autodefensa (contra las organizaciones de narcotraficantes) han utilizado a menores de edad como parte de su respuesta a la violencia ejercida en su contra.

Un reciente reportaje de Infobae, en relación justamente al 12 de febrero, muestra las imágenes del pequeño José Miguel Toribio, de apenas 13 años de edad, en la que enseña a la reportera Alicia Mireles cómo disparar un arma. José Miguel forma parte de la Policía Comunitaria de Ayahualtempa, en la Montaña de Guerrero, “a raíz de la amenaza inminente del crimen organizado contra esa comunidad”.

La razón por la que ahora José Miguel (como otros niños de su comunidad de apenas mil habitantes) está armado es la protección de su pueblo.

“Pero, aún así, él engrosa la lista (no oficial) de niños armados en México, práctica que a nivel mundial se lucha por erradicar”, constata Mireles, pero que en Guerrero no pasa de ser una más de las situaciones de violencia extrema que se vive en la Montaña.

Las consecuencias para los niños

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) urge a finales del 2021 la tipificación del delito de reclutamiento infantil. Según esta organización no gubernamental, tan sólo en México serían 150 mil niñas y niños los que actualmente se encuentran en riesgo de ser incorporados a ese tipo de agrupaciones.

Por su parte, Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia, señala que los niños armados para defenderse del crimen son síntoma de un Estado debilitado por la corrupción.

Las consecuencias de los niños armados, son físicas y psicológicas, principalmente la muerte, pero, si logran seguir con vida, el estrés postraumático para quienes fueron expuestos a esas prácticas; las físicas, como las grandes cicatrices de tortura; o la sociales, como la casi imposible reintegración a la sociedad con la que muchos de ellos cargan cuando pasan por esa vivencia.

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