El Pontífice en la audiencia general del miércoles explicó "clima espiritual de la Semana Santa", cuando la Iglesia entra en Triduo Pascual.
«Hay dos señores en el mundo: Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está en contra de Dios”. El papa Francisco invitó a no dejarse comprar por el dinero hasta olvidarse del sacrificio de Jesús en la Cruz y recordó el apostolado de María Magdalena, la discípula del anuncio de la Resurrección.
En la catequesis del miércoles, 31 de marzo, el pontífice explicó el significado del “clima espiritual de la Semana Santa”, cuando el Jueves Santo, la Iglesia Católica entrará en el Triduo Pascual, centro del Año litúrgico.
El Papa remarcó el sentido de la Resurrección, cuando Jesús “triunfa sobre la muerte”, signo de que “el bien vence al mal” y de “una vida plena y de felicidad infinita junto a Él”.
En este contexto, recordó el papel de la mujer en la Resurrección, en especial de María Magdalena, que fue testigo clave, mientras que delante del sepulcro vacío, “los discípulos dudaron, no creyeron”.
“La primera en creer y ver fue María Magdalena, era la apóstol de la resurrección que fue a contar que había visto a Jesús, que la había llamado por su nombre. Y entonces, todos los discípulos lo vieron”.
Los enemigos de Jesús se dejan comprar
Luego el Papa se detuvo en un detalle: “los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que los discípulos vinieran a tomar el cuerpo, lo vieron: lo vieron vivo y resucitado. Los enemigos lo vieron y luego fingieron no haberlo visto”.
¿Por qué? Porque se les pagó. He aquí el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: «Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está en contra de Dios».
Y aquí es el dinero el que ha hecho cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero se les pagó para que guardaran silencio.
Pensamos en las muchas veces que los hombres y mujeres cristianos han sido pagados para no reconocer en la práctica la resurrección de Cristo, y no han hecho lo que Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos”, afirmó.
En la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano el Papa explicó el sentido detrás de estos tres días, en los que “conmemoramos el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús”.
Jueves Santo
En la tarde del Jueves Santo, con la Misa in Coena Domini, haremos memoria de la Última Cena, anotó Francisco.
“En ella, Cristo anticipó su sacrificio en la Cruz, y entregó a sus discípulos el testamento de su amor incondicional en la Eucaristía. Con el gesto del lavatorio de los pies, Jesús nos pide que nos amemos, y como Él, que nos hagamos siervos los unos de los otros.
Viernes Santo
El Viernes Santo – afirmó el Papa- , día de penitencia, ayuno y oración, de la mano de la Sagrada Escritura y las oraciones litúrgicas nos reuniremos espiritualmente en el Calvario, para celebrar la Pasión y Muerte de Jesucristo. Él, por amor, entrando en el abismo del dolor y del sufrimiento, nos redime y nos salva, dando sentido a nuestras aflicciones y tribulaciones. Pondremos ante Jesús crucificado a todos los crucificados de hoy, hermanos y hermanas, víctimas inocentes del sufrimiento y la maldad del mundo, sólo Él puede consolarlos y darles amor.
En este sentido, sostuvo: “Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los “corderos inmolados” víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos… ”.
Y hoy hay tantos: no olviden los crucifijos de hoy, que son la imagen del Crucifijo de Jesús, y en ellos está Jesús”.
El Papa pidió rememorar todas las “guerras que se combaten en este momento; de todos los niños que mueren de hambre; de todo los niños que no tienen educación; de pueblos enteros destruidos por la guerra, por el terrorismo. De tanta gente que por sentirse un poco mejor tiene necesidad de la droga, de la industria de la droga que mata…”.
Sábado Santo
El Sábado Santo, día del gran silencio, junto con María, que Jesús desde la Cruz nos entregó como Madre, esperamos vigilantes el cumplimiento de la Promesa de Dios, en la resurrección del Señor, que la Vigilia Pascual nos anuncia con alegría desbordante”.
“Este sábado es también el día de María: también ella lo vive en el llanto, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor. La Madre había seguido al Hijo a lo largo de la vía dolorosa y se había quedado a los pies de la cruz, con el alma traspasada.
Pero cuando todo parece haber terminado, ella vela, vela a la espera manteniendo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los muertos. Así, en la hora más oscura del mundo, se ha convertido en Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de la esperanza. Su testimonio y su intercesión nos sostienen cuando el peso de la cruz se vuelve demasiado pesado para nosotros”.
El Resucitado, – prosiguió – a quien encontramos en la fe, nos manifiesta que la vida triunfa sobre la muerte, el bien vence al mal y el sentido de nuestra existencia es una vida plena y de felicidad infinita junto a Él”.
En su discurso en italiano, en la víspera del Triduo Pascual, el Papa centró su meditación en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (Lectura: Is 52, 13-15).
Y al final, deseó a los fieles: “Que en estos momentos de incerteza y aflicción por la pandemia, la fuerza de Cristo resucitado afiance nuestra fe, renueve nuestra esperanza y aumente nuestra caridad. Felices pascuas de Resurrección para todos. Que Dios los bendiga. Muchas gracias”.
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