“El domingo 7 de marzo, alrededor de las 13 (horas), oímos un fuerte ruido, como si la casa estuviera temblando. A los pocos minutos, otro fuerte ruido, que provocó el estallido de las puertas y ventanas del hotel que tenemos justo enfrente”, relataron las religiosas a la agencia vaticana Fides el pasado 25 de marzo.
“Empezamos a recibir llamadas y mensajes diciéndonos lo que había pasado: una explosión en el cuartel militar de Nkoantoma, que está a unos 6 kilómetros de donde vivimos”, agregan.
El 7 de marzo ocurrieron cinco grandes explosiones en la zona del cuartel de Nkuantoma que destruyeron gran parte de la instalación militar y las casas cercanas.
El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, atribuyó la tragedia a la “imprudencia e ignorancia” de los responsables de la conservación y manipulación de los explosivos contenidos en el polvorín del cuartel.
Según Efe, “se trata de la peor tragedia de este tipo en la historia del país centroafricano de poco más de 1,2 millones de habitantes situado en el golfo de Guinea”.
El presidente dijo que el incendio y las explosiones ocurrieron “por la negligencia y descuido de la unidad encargada del cuidado y protección de los depósitos de dinamitas y explosivos anexos al de las municiones del cuartel militar".
Ante la tragedia, las religiosas actuaron inmediatamente para rescatar a las víctimas. “En menos de dos horas, y sin saber exactamente qué estaba pasando, nos dirigimos al Hospital General ya que nos informaron de que llevaban allí a los heridos. Cargamos nuestro coche con suministros médicos y ofrecimos todo nuestro apoyo”.
“A lo largo de esta difícil situación, hemos visto la rápida respuesta de apoyo y solidaridad de la población. Unos 200 trabajadores sanitarios acudieron a ese hospital, entre voluntarios, enfermeras, médicos, estudiantes de medicina... todo para afrontar algo que no entendíamos”.
“Las parroquias y colegios católicos han puesto a disposición sus instalaciones para acoger a decenas de familias que se han quedado sin hogar. Y nosotros, como centro de salud, seguimos atendiendo a decenas de personas con contusiones y secuelas físicas y psicológicas”, indicaron las religiosas.
El sacerdote salesiano Francisco Moro, director del Instituto Español de los Salesianos en Bata, donde se han acogido a más de 100 personas, dijo que “estamos viviendo algo peor que una película de terror. El colegio de los salesianos está situado a 2,5 kilómetros del lugar de las explosiones y no sufrimos grandes daños, pero todo tembló e incluso yo di un salto en el aire por la onda expansiva”.
El centro educativo también recibe a otras 200 personas para cenar, mientras que otras 200 personas reciben ayuda en los barrios donde han sido reubicados como desplazados.
“Necesitamos ayuda para poder seguir atendiéndolos, porque muchos otros vienen a comer aquí por las consecuencias de la pandemia”, concluye el director.
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