Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Juan que describe las palabras del Señor que se presenta “como la vid verdadera y habla de nosotros como los sarmientos que no pueden vivir sin permanecer unidos a Él”, el Santo Padre destacó que en el relato se repite el verbo “permanecer’ en siete ocasiones y recordó que “no hay vid sin sarmientos, y viceversa. Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, que es la fuente de su existencia”.
“En primer lugar, lo necesitamos a Él. El Señor quiere decirnos que antes de la observancia de sus mandamientos, antes de las bienaventuranzas, antes de las obras de misericordia, es necesario estar unidos a Él, permanecer en Él. No podemos ser buenos cristianos si no permanecemos en Jesús. Y, en cambio, con Él lo podemos todo”, advirtió.
Ante esto, el Papa describió que ese “permanecer no es una permanencia pasiva, un ‘adormecerse’ en el Señor, dejándose mecer por la vida” sino que “el permanecer que Jesús nos propone es una permanencia activa y… recíproca para dar fruto”.
En esta línea, el Santo Padre indicó que Jesús “necesita de nosotros” para que demos testimonio de vida cristiana, anunciando “la buena noticia del Reino con palabras y obras”, porque “el fruto que hay que dar es el amor”.
“El fruto que, como sarmientos, debemos dar es el testimonio de nuestra vida cristiana. Después de que Jesús subió al Padre, es tarea de los discípulos, es tarea nuestra, seguir anunciando al mundo la buena nueva del Reino con palabras y con obras. Y lo hacen dando testimonio de su amor: el fruto que hay que dar es el amor”, explicó el Papa.
Por ello, el Santo Padre instó a permanecer “unidos a Cristo” para recibir “los dones del Espíritu Santo, y así podemos hacer el bien al prójimo hacer el bien a la sociedad, a la Iglesia” ya que “por sus frutos se reconoce el árbol” y “una vida verdaderamente cristiana da testimonio de Cristo”.
En este sentido, el Papa Francisco señaló que “la fecundidad de nuestra vida depende de la oración” para “pedir que pensemos como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús” para amar a nuestros hermanos y hermanas “como Él lo hizo, y amarlos con Su corazón y dar en el mundo frutos de bondad, frutos de caridad y frutos de paz”.
“Encomendémonos a la intercesión de la Virgen María. Ella permaneció siempre unida a Jesús y dio mucho fruto. Que Ella nos ayude a permanecer en Cristo, en su amor, en su palabra, para dar testimonio del Señor resucitado en el mundo”, concluyó el Santo Padre.
A continuación, el pasaje del Evangelio comentado por el Papa Francisco:
San Juan 15,1-8
1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.
3 Ustedes están ya limpios gracias a la Palabra que les he anunciado.
4 Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí.
5 Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada.
6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.
7 Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán.
8 La gloria de mi Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos.
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