“Hay una gran urgencia, en este momento histórico, de relaciones significativas que podríamos definir como paternidad espiritual, pero -permítanme decir- también maternidad espiritual, porque este papel de acompañamiento no es una prerrogativa masculina o solo de los sacerdotes”, dijo en el Papa en una entrevista concedida a L’Osservatore Romano.
En esta línea, el Santo Padre reconoció que “hay muchas religiosas buenas, muchas consagradas, pero también muchos laicos que tienen una gran experiencia que pueden compartir con otras personas”, y añadió que, “en este sentido, la relación espiritual es una de esas relaciones que necesitamos redescubrir con más fuerza en este momento histórico, sin confundirla nunca con otras vías de naturaleza psicológica o terapéutica”.
Asimismo, el Papa dijo en la entrevista publicada este 13 de enero que “la paternidad espiritual es muy a menudo un don que nace sobre todo de la experiencia”, ya que “un padre espiritual puede compartir no tanto sus conocimientos teóricos, sino sobre todo su experiencia personal. Solo así puede serle útil a un hijo”.
Tras reconocer que así como “la paternidad no es algo que se da por descontado, no se nace padres, como mucho uno se convierte en ello”, el Papa señaló que del mismo modo ocurre a un sacerdote, que “no nace ya padre sino que debe aprenderlo un poco cada vez, a partir sobre todo del hecho de reconocerse hijo de Dios, pero también hijo de la Iglesia”.
“La Iglesia no es un concepto abstracto, es siempre el rostro de alguien, una situación concreta, algo a lo que podemos dar un nombre bien preciso… Nuestra experiencia de fe surge siempre del testimonio de alguien”, afirmó el Papa.
De este modo, el Santo Padre indicó que “la vida espiritual no es diversa de la vida humana. Si un buen padre, humanamente hablando, es tal porque ayuda al hijo a convertirse en sí mismo, haciendo posible su libertad y empujándole a las grandes decisiones, de igual modo un buen padre espiritual lo es no cuando sustituye la conciencia de las personas que se confían a él, no cuando responde a las preguntas que estas personas se llevan en el corazón, no cuando domina la vida de los que le han sido confiados, sino cuando de manera discreta y al mismo tiempo firme es capaz de indicar el camino, de ofrecer claves de lecturas diversas, ayudar en el discernimiento”.
“Una de las características más hermosas del amor, y no solo de la paternidad, es, de hecho, la libertad. El amor genera siempre libertad, el amor nunca debe convertirse en una prisión, en posesión. José nos muestra la capacidad de cuidar de Jesús sin adueñarse nunca de él, sin querer manipularlo, sin querer distraerlo de su misión”, advirtió el Papa.
Por ello, el Santo Padre dijo estar convencido que “la relación de paternidad que José tenía con Jesús ha influenciado tanto su vida hasta el punto de que la futura predicación de Jesús está plena de imágenes y referencias tomadas precisamente del imaginario paterno”. “Jesús, por ejemplo, dice que Dios es Padre, y no puede dejarnos indiferentes esta afirmación, especialmente si pensamos en la que ha sido su personal experiencia humana de paternidad”, añadió.
“La característica de José de saber hacerse a un lado, su humildad, que es también la capacidad de pasar a un segundo plano, es quizá el aspecto más decisivo del amor que José muestra por Jesús. En este sentido es un personaje importante, me atrevería a decir que esencial en la biografía de Jesús, precisamente porque en un momento determinado sabe retirarse de la escena para que Jesús pueda brillar en toda su vocación, en toda su misión”, concluyó el Pontífice.
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