Así lo indicó el Santo Padre este 15 de enero al recibir a la Orden de Clérigos Regulares Teatinos reunidos en ocasión de su capítulo general.
En su discurso, el Santo Padre los alentó a ser dóciles al Espíritu Santo y permanecer firmes “en lo esencial: oración, adoración, vida en común, caridad fraterna, pobreza y servicio a los pobres. Todo ello con un corazón apostólico, con la inquietud buena y evangélica de buscar ante todo el Reino de Dios”.
Además, el Papa advirtió el peligro de la rigidez, “porque es una perversión que viene directamente del clericalismo, es otra cosa mala, y debajo de cualquier rigidez hay podredumbre”.
Luego, el Santo Padre alertó sobre la mundanidad “que provoca la degradación espiritual y moral”.
En esta línea, el Papa invitó a imitar el testimonio de San Gaetano que “cuando llegó a Roma para trabajar en la curia papal, se dio cuenta de la degradación espiritual y moral que, por desgracia, era generalizada... Y mientras realizaba su trabajo de oficina, asistía al Oratorio del Divino Amore, cultivando la oración y la formación espiritual; y luego iba a un hospital a asistir a los enfermos”.
Y añadió: “Este es el camino: empezar por uno mismo para vivir con más profundidad y coherencia el Evangelio”.
“Todos los santos nos muestran este camino. Son los verdaderos reformadores de la Iglesia. O más bien: es el Espíritu Santo quien forma y reforma la Iglesia, y lo hace a través de la Palabra de Dios y de los santos, que ponen en práctica la Palabra en su vida. Empezar siempre por ellos mismos”, afirmó el Papa.
Después, el Santo Padre señaló la importancia de la comunión, ya que “en las familias y las comunidades religiosas la vida cristiana se compone de muchos gestos cotidianos”.
También alentó a que los miembros de la comunidad cuiden los unos a otros, es decir, cuidar “los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan mutuamente y constituyen un espacio abierto y evangelizador, es un lugar de la presencia del Señor resucitado que la santifica según el plan del Padre”.
El Papa señaló que “la mayor plaga en una congregación religiosa, en una comunidad religiosa, es cuando los hermanos no se cuidan los unos a los otros, es más, cuando empiezan las habladurías”.
“Por favor, eviten cualquier forma de habladuría. Sean hombres consagrados, hombres del Evangelio, pero hombres. Si tienes algo en contra del otro, tengan los ‘pantalones’ para decírselo a la cara, digan las cosas a la cara o cállense”, exhortó el Papa quien animó también a hablar con los superiores, pero evitar realizar cualquier tipo de “grupitos” que “hace caer la fuerza de una comunidad religiosa”.
Finalmente, recordó la fiesta de San Cayetano en Buenos Aires el 7 de agosto en la que participan muchas personas y señaló que “la gente lo venera y le reza como el patrón del pan y del trabajo” por lo que invitó a invocar su intercesión para continuar con su compromiso de comunión y de misión.
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