Domingo 9 de enero. Día de precepto. Pablo Isabel Hernández, un defensor de los derechos humanos y comunicador social reconocido en Honduras, iba de camino al templo de San Marcos de Caiquin, departamento de Lempira, cuando varios hombres desconocidos le dispararon por la espalda.
Hernández, un líder de la etnia indígena de los lencas (oeste de Honduras) iba acompañado ese día de su padre y de su hermano. La Oficina en Honduras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), la Unión Europea y Estados Unidos han condenado el crimen.
Es el primer líder indígena asesinado en 2022, por lo que la OACNUDH pidió realizar una investigación “pronta, exhaustiva e independiente que incluya entre sus líneas de investigación la labor de defensa de derechos humanos que ejercía Hernández”. Algo que se repite dolorosamente en Honduras y en Centroamérica.
Los posibles motivos del asesinato
La defensa de los derechos humanos de los indígenas lencas se realizaba desde muy diversas plataformas; era director de la Radio Comunitaria Tenán, Alcalde Mayor de la Auxiliaría de la Vara Alta de Caiquín, presidente de la Red de Agroecología de la Biósfera Cacique Lempira…
Además, era miembro de la Red de Defensores de Derechos Humanos del departamento de Lempira y promovió la creación de la Universidad Indígena Lenca y de los Pueblos. Desde la radio cuestionó a la administración local de San Marcos de Caiquin.
En otra de sus facetas, Hernández dirigía y transmitía el programa “Voces contra el olvido”, del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras. Esto le valió vivir constantemente en una situación de riesgo y de amenazas, así como de atentados a la estación Radio Tenán, La Voz Indígena Lenca.
La Asociación de Medios Comunitarios en Honduras indicó en un comunicado que el asesinato de Hernández “lo consideramos un atentado más a la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos (por los que) nuestro compañero Pablo Hernández trabaja con compromiso y dedicación”.
El peligro de ser activista en Honduras
El país centroamericano se ha convertido en uno de los más peligrosos para los líderes indígenas y para los defensores de los derechos humanos de los excluidos. Basta recordar el asesinato de Berta Cáseres ocurrido en el 3 de marzo de 2016, asesinato que llenó de estupor a las comunidades explotadas de los lencas.
De hecho, Berta Cáceres fue brutalmente asesinada en su casa porque se oponía a la construcción de una represa hidroeléctrica en el río Gualcarque, en terrenos de la comunidad Lenca a la que pertenecía esta activista. El río es considerado por estos indígenas como sagrado”.
La OACNUDH tiene documentados una serie de incidentes violentos contra –al menos– 208 personas defensoras de derechos humanos y 93 periodistas, de los cuales diez fueron asesinatos de personas defensoras de derechos humanos en el año que acaba de terminar
“Este asesinato se suma a los 10 de personas defensoras documentados por la Oficina en 2021 y que las autoridades deben también investigar y sancionar. Debe garantizarse la verdad, justicia y reparación de las víctimas por estos crímenes”, añadió la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas en Honduras.
Las estaciones de radio comunitarias y el periodismo comunitario sirven en países como Honduras de contrapeso informativo frente a los medios oficiales y actúan en favor de los derechos humanos de quienes no tienen voz. Por eso, en muchas ocasiones, son acalladas. Al poder y al crimen interesa imponer el silencio.
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