En el texto que el Papa Francisco ha escrito para la jornada que se celebrará el próximo 29 de mayo, el Santo Padre recuerda que todo ser humano tiene un deseo profundo de ser escuchado, algo que “a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político”.
El Papa resalta que en el diálogo con el Creador, la iniciativa es del Señor. “La escucha corresponde al estilo humilde de Dios. Es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su imagen, y, escuchando, lo reconoce como su interlocutor”.
“Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso ‘inclina el oído’ para escucharlo. El hombre, por el contrario, tiende a huir de la relación, a volver la espalda y “cerrar los oídos” para no tener que escuchar”.
Tras advertir que “el negarse a escuchar termina a menudo por convertirse en agresividad hacia el otro”, el Papa Francisco resalta que “la escucha, en el fondo, es una dimensión del amor”.
“Todos tenemos oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no consigue escuchar a los demás. Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón”, prosigue.
Luego de precisar que la “primera escucha que hay que redescubrir cuando se busca una comunicación verdadera es la escucha de sí mismo”, el Pontífice advierte de un uso inapropiado del oído.
“Existe un uso del oído que no es verdadera escucha, sino lo contrario: el escuchar a escondidas. De hecho, una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse agudizado, es la de escuchar a escondidas y espiar, instrumentalizando a los demás para nuestro interés”, alerta.
Por el contrario, “lo que hace la comunicación buena y plenamente humana es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta”.
“Lamentablemente, la falta de escucha, que experimentamos muchas veces en la vida cotidiana, es evidente también en la vida pública, en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos. Esto es síntoma de que, más que la verdad y el bien, se busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a la audiencia”.
El Santo Padre resalta luego que “la buena comunicación, en cambio, no trata de impresionar al público con un comentario ingenioso dirigido a ridiculizar al interlocutor, sino que presta atención a las razones del otro y trata de hacer que se comprenda la complejidad de la realidad”.
“Es triste cuando, también en la Iglesia, se forman bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones estériles”, precisa.
El Papa Francisco advierte también que “en muchos de nuestros diálogos no nos comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista”.
“No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo”.
“Escuchar diversas fuentes, ‘no conformarnos con lo primero que encontramos’ —como enseñan los profesionales expertos— asegura fiabilidad y seriedad a las informaciones que transmitimos”, indica el Papa.
Tras alentar el “martirio de la paciencia” en la escucha al otro, el Papa se refiere al daño que ha hecho la pandemia a la escucha.
“Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la ‘información oficial’ ha causado una ‘infodemia’, dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y transparente el mundo de la información”.
Por ello, “es preciso disponer el oído y escuchar en profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o el cese de muchas actividades económicas”.
El Santo Padre también se refiere al desafío de las migraciones forzadas, y pide que se escuchen las historias de quienes pasan por ello, para que luego cada uno sea “libre de sostener las políticas migratorias que considere más adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que escuchar”.
El Papa Francisco subraya después que “también en la Iglesia hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos. Es el don más precioso y generativo que podemos ofrecernos los unos a los otros”.
“Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad”, destaca.
Refiriéndose luego al proceso sinodal que culminará en octubre de 2023 con el Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad en el Vaticano, el Papa pide rezar para que este sea “una gran ocasión de escucha recíproca. La comunión no es el resultado de estrategias y programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y hermanas”.
“Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto”, agrega.
“Esta armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la sinfonía de todas y cada una de las voces”.
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