Papa Francisco: Jesús está adornado sólo con clavos y espinas

Misa del Papa Francisco desde la Catedral de Asti, donde viajó este fin de semana para visitar a sus familiares

En la Catedral de Astí, Papa Francisco presidió una Misa que supuso un momento muy especial para el Pontífice: «He venido a reencontrar el sabor de las raíces. Hoy el Evangelio nos lleva nuevamente a las raíces de la fe».

Así, sobre el Evangelio del día quiso reflexionar el Papa Francisco y por eso puso la imagen de Cristo Rey: «Nos vendrá a la mente un hombre fuerte sentado en un trono con espléndidas insignias, un cetro en las manos y anillos brillantes en los dedos, mientras dirige a sus súbditos discursos solemnes. Esta es, más o menos, la imagen que tenemos en la mente». 

Pero el Papa Francisco explicó, esta no es la imagen correcta de Jesús: «No está sentado en un cómodo trono, sino más bien colgado en un patíbulo. El Dios que «derribó a los poderosos de su trono» se comporta como siervo crucificado por los poderosos. Está adornado sólo con clavos y espinas, despojado de todo mas rico en amor; desde el trono de la cruz ya no instruye a la multitud con palabras, ni levanta la mano para enseñar. Hace mucho más: en vez de apuntar el dedo contra alguien, extiende los brazos para todos. Así se manifiesta nuestro rey, con los brazos abiertos».

La fiesta de hoy, continuó el Papa es la de un rey que «se hizo siervo», que «se dejó insultar y que se burlaran de él, para que en cualquier humillación ninguno de nosotros esté ya solo. Dejó que lo desnudaran, para que nadie se sienta despojado de la propia dignidad y subió a la cruz, para que en todo crucificado de la historia esté la presencia de Dios».

«Este es nuestro rey, afirmó Francisco, rey del universo, porque Él cruzó los más recónditos confines de lo humano; entró en la oscura inmensidad del odio y del abandono para iluminar cada vida y abrazar cada realidad». 

En otro momento de la homilía, Papa Francisco hizo una pregunta a los presentes: ¿Somos espectadores o nos involucramos? Explicó que el Evangelio nos pone ante dos caminos y en la época de Jesús la mayoría eran espectadores. Vivían el «sálvate a ti mismo».

«Es un riesgo también para nuestra fe», dice el Papa, «que se marchita si se queda en una teoría y no se hace práctica, si no hay compromiso, si no se da en primera persona, si no se arriesga. Entonces nos convertimos en cristianos superficiales, que dicen creer en Dios y querer la paz, pero que no rezan ni se preocupan por el prójimo».

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