La Jornada Mundial de los Pobres fue instituida por el Papa Francisco en su Carta Apostólica, Misericordia et Misera, publicada el 20 de noviembre de 2016 al finalizar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
De este modo, desde 2017, cada año la Iglesia celebra esta Jornada Mundial el 33º domingo del tiempo ordinario.
En su homilía pronunciada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Papa pidió “no escapemos para defendernos de la historia, sino que luchemos para darle a esta historia que nosotros estamos viviendo un rostro diferente”.
“No sigamos a los falsos ‘mesías’ que, en nombre de la ganancia, proclaman recetas útiles solo para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación”, exhortó el Santo Padre.
Al contrario, el Papa Francisco pidió dar testimonio “encendamos luces de esperanza en medio de la oscuridad; aprovechemos, en las situaciones dramáticas, las ocasiones para testimoniar el Evangelio de la alegría y construir un mundo fraterno, al menos un poco más fraterno; comprometámonos con valentía por la justicia, la legalidad y la paz, estando siempre del lado de los débiles”.
Para ello, el Santo Padre añadió “¿Dónde encontrar la fuerza para todo esto? En la confianza en Dios, que es Padre y vela por nosotros. Si le abrimos nuestro corazón, aumentará en nosotros la capacidad de amar. Este es el camino, crecer en el amor”.
No a los horóscoposAsimismo, el Papa advirtió sobre la “tentación de leer los hechos más dramáticos de manera supersticiosa o catastrófica, como si ya estuviéramos cerca del fin del mundo y no valiera la pena seguir comprometiéndonos en cosas buenas”.
“Si pensamos de esta manera, nos dejamos guiar por el miedo, y quizás luego buscamos respuestas con curiosidad morbosa en las fábulas de magos u horóscopos, que nunca faltan”, dijo.
En este sentido, el Papa reconoció que “hoy, muchos cristianos van a visitar a los magos, buscan los horóscopos como si fuera la voz de Dios, o incluso, confiamos en fantasiosas teorías propuestas por algún ‘mesías’ de última hora, generalmente siempre derrotistas y conspirativas”.
“También la psicología del complot es mala, nos hace mal. Aquí no está el Espíritu del Señor. No está. Ni en el buscar al gurú, ni con el espíritu del complot. Allí no está el Señor”, indicó el Santo Padre.
Luego, el Papa cuestionó “mientras ves a tu alrededor hechos desconcertantes, mientras se levantan guerras y conflictos, mientras ocurren terremotos, carestías y epidemias, ¿tú qué haces? ¿Te distraes para no pensar en ello? ¿Te diviertes para no involucrarte? ¿Eliges el camino de la mundanidad para no tomar por la mano, tomar con el corazón estas situaciones dramáticas? ¿Miras hacia otro lado para no ver? ¿Te adaptas, sumiso y resignado, a lo que sucede? ¿O estas situaciones se convierten en ocasiones para testimoniar el Evangelio?”
“Hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial de los Pobres la Palabra de Jesús es una fuerte advertencia para romper esa sordera interior que nos impide escuchar el grito sofocado de dolor de los más débiles”, recordó.
En esta línea, el Santo Padre lamentó que “también hoy, hermanos y hermanas, mucho más que ayer, muchos hermanos y hermanas, probados y desalentados, emigran en busca de esperanza, y muchas personas viven en la precariedad por la falta de empleo a causa de condiciones laborales injustas e indignas” y agregó que “los pobres son las víctimas más penalizadas de cada crisis”.
“¿Tú corazón tiene lugar libre para esa gente? ¿mi corazón, tiene un lugar libre para esa gente? O ¿estamos tan ocupados con los amigos, los eventos sociales, las obligaciones?”, preguntó.
Finalmente, el Santo Padre invitó a “amados por Él, decidámonos a amar a los hijos más descartados, cuidemos de los pobres, en quienes está Jesús, que se hizo pobre por nosotros” porque Jesucristo “se identifica con el pobre”.
“No podemos quedarnos, como aquellos de los que habla el Evangelio, admirando las hermosas piedras del templo, sin reconocer el verdadero templo de Dios, que es el ser humano, el hombre y la mujer, especialmente el pobre, en cuyo rostro, en cuya historia, en cuyas heridas está Jesús. Él lo dijo. Nunca lo olvidemos”, concluyó el Papa.
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