Profesionales o familiares. Personas que se dedican por completo a cuidar a quienes no pueden valerse por sí mismos. Como dicen los expertos, los cuidadores "suelen quedar fuera de la ecuación", pero sufren muchísimo. Su labor es tan imprescindible como invisible. Darles apoyo es fundamental.
Encarna: de voluntaria a ser cuidada. Dedicaba su tiempo a cuidar de personas que no podían valerse por sí mismas. Pero sufrió una fractura de cadera. Ahora, a sus 59 años, es ella quien necesita la atención. «Por todo lo que he hecho, que ha sido por cariño, tengo ahora la recompensa de lo que he ofrecido a los demás». Ella, mejor que nadie, lanza un mensaje: «Es importantísimo cuidar al cuidador».
«Yo estaba muy mal, no sabía qué hacer. Mi vida cambió. De andar todos los días varios kilómetros a no poder moverme. Para mí la vida parecía que perdía sentido», relata Encarna. Sabía que necesitaba de un cuidador, hasta que encontró un centro que le ofreció esa atención a domicilio.
Gentileza.
Encarna nos da su testimonio, visto desde los dos lados: «Nadie sabe lo que puede sufrir un cuidador de ver sufrir a su ser querido. Yo prefiero sufrirlo yo que ver mal a los demás».
Atención al dependiente y al cuidador
Encarna está enormemente agradecida al centro MEB de Pozuelo, una clínica de rehabilitación neurológica que también asiste a cualquier persona con dependencia. Cuidan también de los familiares, de los cuidadores, porque -como reconoce David Sánchez, director del centro- «son situaciones de impacto muy grande en la vida de toda la familia, no se entiende el bienestar de uno sin el otro, en todos los sentidos».
Él destaca la importancia del cuidador profesional, pero también el familiar: «No está valorado. El cuidador quizás es la parte más desprotegida. Por padecerlo y por verlo en el otro. Y nadie da soporte a esa figura del cuidador. Cada vez se habla más, se va tomando conciencia de la necesidad de cuidar al cuidador. Pero queda siempre un poco fuera de la ecuación». Por ello, gran parte de su trabajo se basa en una labor de encuentro entre personas.
Rosa y Fernando
Tanto Encarna como David coinciden en que la situación es doblemente complicada. Porque a la situación grave de dependencia de las personas que lo necesitan, se suma el cambio radical de la vida de quien se convierte en su cuidador. Principalmente de familiares, que no estaban preparados para ello y se tienen que adaptar a la difícil situación.
En MEB ayudan también a Rosa y Fernando. Ella sufrió un ictus hace un año. Su marido se convirtió en su cuidador de la noche a la mañana: «Antes no era así, entre ella y yo nos comíamos el mundo, pero ahora… todo ha cambiado», se lamenta Fernando, que narra lo complicado que fue para él los primeros meses: «No podía hacer nada, no podía salir lo más mínimo. Ni al dentista. Buscar a alguien que me apoyara es complicado porque mis hijos tienen sus trabajos».
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Unos meses después, le han concedido la ayuda a la dependencia desde la Comunidad de Madrid y ahora acude a casa una cuidadora algunas horas. «Ahora la cosa está mejor», respira aliviado.
Reinventarse como cuidador
Fernando resume así lo que es ser cuidador familiar: «Me he tenido que reinventar. Tratar con este tipo de enfermos es muy difícil. Me siento bloqueado con ella”. Pero también cuenta la otra parte: «Ella lo agradece mucho. Está todo el día diciéndome muchas gracias. Realmente ella no se da cuenta de qué es lo que tiene».
Vive para su mujer. Sabe que sin su ayuda su mujer no podría seguir adelante. Pero él también necesita ayuda. «Nosotros también necesitamos apoyo psicológico», reconoce Fernando. «Hasta que no lo tienes encima no te das cuenta de esto». Ahora, dice, ese apoyo psicológico y asistencial lo ha encontrado en MEB.
Claves para ser un buen cuidador
Encarna y Fernando reivindican la figura del cuidador. De su importancia. De la necesidad asimismo de que estén preparados para una tarea dura, y de que les ayuden a prepararse. David, de MEB, da algunas claves para ser buen cuidador: «Debe gustarte cuidar, encontrar un retorno en esa tarea. Capaz de tener una mirada sobre la persona que tienes enfrente. Ahí emerge algo tan ancestral como el cuidado, que ha existido siempre. A partir de ahí, capacidad de escucha, empatía, saber acompañar, estar, guiar…».
Encarna pone en valor algo que recibes a cambio cuando te dedicas a cuidar a estas personas: «Una persona con discapacidad, con dependencia, son muy agradecidos. Se vuelcan con su cariño y su confianza. Te piden consejo, se apoyan en ti. Es reconfortante. Como decía Manolo Escobar, ni se compra ni se vende el cariño verdadero».
Ayudas a la dependencia
Pero la vida a veces no da elección y muchos se convierten en cuidadores involuntarios de familiares dependientes. En silencio. Por eso, los protagonistas de este artículo coinciden en la necesidad imperiosa de buscar ayuda en profesionales y en pedir el cheque servicios para personas dependientes que ofrecen las administraciones, si es que existe en la comunidad autónoma (en el caso de España, ya que esta competencia está transferida a las autonomías) o en el país.
Sin esa ayuda, fácilmente el cuidador puede verse completamente desbordado. También piden más recursos. Su experiencia les demuestra que hacen falta recursos materiales para las personas que lo sufren, muchas necesidades que cubrir, no sólo la personal.
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