San Rafael Arnáiz es considerado uno de los grandes místicos del siglo XX y, a causa de esta enfermedad no pudo cumplir su deseo de ser monje trapense, de tal forma que sólo se le permitió ser oblato.
Nacido en Burgos en 1911, se educó en colegios de la Compañía de Jesús en su ciudad de origen y en Oviedo, donde se trasladó más tarde su familia por motivos laborales.
Desde pequeño sufrió varias enfermedades. A los 10 años, tras recuperarse de una pleuresía, su padre lo llevó a Zaragoza para ofrecérselo a la Virgen del Pilar en agradecimiento por su curación.
Rafael fue admitido en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1930.
Sabedor de su habilidad para el dibujo, su tío Leopoldo Barón Torres, duque de Maqueda, le encomendó el diseño de la portada de un libro titulado “Del campo de batalla a la Trapa”.
Se trataba de la traducción de la historia de un militar francés que había alcanzado fama y honor en el arte de las armas durante la guerra franco-prusiana (1870-1871). Pese a que pudo aspirar a las más altas condecoraciones y posiciones, decidió ingresar en la Trapa.
El joven Rafael quedó impactado por la vida de este militar francés Gabriel Mossier, que acabó sus días como el hermano Gabriel, miembro de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia.
Así, Rafael hizo su primera visita al Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas en Palencia poco después. Eran los convulsos años 30 del siglo XX en España que desembocaron en la Guerra Civil.
Tras hacer el servicio militar obligatorio, en 1934 abandonó los estudios universitarios e ingresó como novicio en el monasterio palentino durante cuatro meses. Debido a que cayó enfermo de gravedad a causa de la diabetes, sus superiores lo enviaron a su casa para recuperarse.
Casi dos años después, en 1936, ingresó de nuevo en San Isidro de Dueñas, ya no como aspirante al monacato, sino como hermano oblato. Allí permaneció hasta que en el mes de septiembre, es llamado a combatir junto a otros jóvenes.
Pese a lo decidido que estaba Rafael a combatir contra los enemigos de Dios y de su Iglesia, volvió al convento dos meses después declarado inútil para el combate debido a la diabetes.
Ya en 1937, debido a las dificultades especiales para la vida monástica en tiempo de guerra, los superiores deciden enviarle de nuevo con su familia. Pero antes de que acabe el año, Rafael retorna al monasterio en el mes de diciembre.
Apenas cuatro meses después, el 26 de abril de 1938, falleció el hermano Rafael en su celda a los 27 años. En total, apenas vivió la regla trapense unos 20 meses sumando todas las etapas.
Un largo proceso de canonizaciónYa desde los años 40 algunos de sus hermanos, convencidos de sus virtudes heroicas, propusieron colocar su tumba en una ala del claustro, sin éxito.
En 1944, su tío el duque de Maqueda escribió la historia de su sobrino titulada “Un secreto de la Trapa”, lo que favoreció el interés de muchos por su figura.
No fue hasta los años 60 cuando se comenzaron los trabajos para instar el proceso de beatificación y se trasladó su tumba al claustro, como deseaban sus hermanos veinte años atrás.
Durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Santiago de Compostela en agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II propuso al hermano Rafael como un modelo a seguir. Pocos días después fue declarado Venerable.
Tan sólo un año después se comenzó a estudiar un posible milagro. En 1992, San Juan Pablo II lo proclama beato en la Plaza de San Pedro en Roma.
Ya bajo el reinado pontificio de Benedicto XVI fue aprobado el milagro para la canonización de San Rafael Arnáiz que tuvo lugar el 11 de octubre de 2009.
Dos años más tarde, fue declarado patrono de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid junto a otros santos de raigambre española y universal, como el entonces Beato Juan Pablo II.
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