Invitado por la asociación civil Enraizados en Cristo y la Sociedad, el Prelado disertó sobre los “mártires españoles del siglo XX”. La conferencia tuvo lugar en la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora en Madrid.
El Obispo animó, ante la profunda “crisis antropológica” que vive la sociedad española, en un momento que calificó de “dramático”, a “evocar la grandeza" de los que dieron su vida para “poner de nuevo a Dios en el centro”.
El Obispo, que afirmó que “los mártires son el mejor tesoro que tiene ahora mismo España”, abundó en las razones por las cuales esto no se comprende.
“Nosotros, que hemos perdido como generación el amor a nuestra tierra, también hemos puesto muchas complicaciones para entender ese tesoro, de tal manera que siempre se mira con sospecha”, explicó.
Sin embargo, aclaró el Prelado, “no queremos reivindicar nada” sino que no “se nos robe el patrimonio espiritual” que representan los mártires. Porque, inquirió a los presentes, “¿si te roban el alma, quién eres?”.
Por tanto, prosiguió Mons. Reig, “uno por el patrimonio espiritual puede estar dispuesto a perder sus bienes, a perder su salud, incluso su vida”.
Vocación martirial
Mons. Juan Antonio Reig expresó su preocupación porque el recuerdo de los mártires se refiera solo a “algo que aconteció”. Por eso, llamó a renacer “a una vocación martirial”.
“Se lo debemos a Dios que se ha manifestado en Jesucristo en la Cruz; se lo debemos a Santa María, la Virgen, patrona de los mártires y se lo debemos a España”, subrayó.
A juicio del Prelado, “en estos momentos de decadencia moral”, los españoles no pueden retirarse “a los cuarteles de invierno” porque lo católico “significa la universalidad, el todo”, lo que implica vida personal, familiar, social y política.
Refiriéndose al “genocidio” antirreligioso perpetrado en España durante la II República y la Guerra Civil, Mons. Reig compartió que “estamos a tiempo de revalorizarlo y de ponerlo como un gran ejemplo”.
Los mártires no son improvisados
Mons. Reig subrayó que para llegar a la entrega total hay que comprender que “los mártires no son improvisados” y, por lo tanto, “para recibir de ellos la lección que esperamos en 2022 hemos de profundizar en qué les pasó a ellos y cuáles fueron sus verdaderas raíces”.
“Enraizados, sí. ¿Pero dónde? Yo lo digo rápidamente. Enraizados en la Cruz de Cristo”, añadió el Prelado.
Estar enraizados en Cristo fue lo que posibilitó a los mártires morir al grito de ¡Viva Cristo Rey!, que, en su sentido profundo, significa “que uno le ha dado la soberanía de su libertad a Cristo”.
Mons. Reig quiso subrayar que “no era una fórmula”, porque eso “no se improvisa”. Por eso el Prelado instó a “volver a Cristo y enraizarnos en su Cruz “que significa la distancia que toma la libertad respecto de las cosas de este mundo” y, también, abrazar la verdad.
Porque el martirio, como expresó en otro momento de la conferencia el Obispo emérito, es “el testimonio de la verdad hasta el derramamiento de sangre”.
Esta ofrenda significa “la exaltación máxima de la dignidad humana y de la conciencia moral bien informada” porque el martirio “lo que pone en evidencia es la grandeza del hombre”.
Por lo tanto, los mártires son “hombres y mujeres libres que entronizan y exaltan la libertad”.
Regeneración cristiana en España
En este sentido, destacó que el catolicismo español, si quiere participar en “la regeneración de la civilización cristiana” debe tener claro, como los mártires el binomio verdad-libertad: “No hay libertad sin verdad”, puntualizó.
En este sentido, Mons. Reig añadió que España necesita enraizarse “en la vida cristiana de la Gracia”. Muy en especial, llamó a “revitalizar la familia cristiana” sin la cual “las sociedades decaen”.
“Hoy España necesita regeneración personal y familiar para construir y edificar con la Gracia de Dios, como los primeros cristianos, comunidades de rostro humano”, explicó el Obispo Emérito.
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