El 23 de octubre, se inició el Año Jubilar y de indulgencia plenaria para todas las personas que visiten este oasis en pleno centro de la capital de Chile, cuyos primeros cimientos cumplieron más de 400 años
En pleno corazón de la Alameda, frente del emblemático cerro «Huelén» o «Santa Lucía», se mantiene estoico el «Convento de San Francisco», obra que ha crecido casi de la mano de la fundación de Santiago y que ha sido testigo de los grandes avances de la ciudad, así como de los cambios sociales y culturales, resistiendo también numerosos terremotos que han sacudido con fuerza al país.
El licenciado en Historia Eclesiástica de la Orden Franciscana, fray Juan Rovegno, relata a Aleteia:
«Es Pedro de Valdivia quien solicita un solar de tierra para instalar la ermita donde resguardar a la Virgen del Socorro (Patrona de Santiago) que portaba con él, desde España.
Luego pide la presencia de los hermanos Franciscanos, quienes llegan principalmente a atender a los españoles y se hacen cargo de las cofradías, devociones y acompañan a la venerable orden III de San Francisco.
Se forma un pequeñísimo claustro de paja, más bien miserable, que con el tiempo se va extendiendo y deriva en la construcción del templo en una primera parte y luego en la del Convento, que se transforma en una Abadía, a la cual se suman otras secciones que dan origen a un gran conjunto de patios, claustros y otros espacios».
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Lugar de encuentro
La orden Franciscana decide permanecer muy cerca de la sociedad chilena de la época y se entabla una relación con todas las clases sociales, sin distinción. Esto se hace posible gracias a la decisión de abrir las puertas a todos y permitir el ingreso al templo y a algunos salones para reuniones de diversas fraternidades.
«Es así como desde sus inicios, se encuentran relatos de familias y personas que llegaban a vivir la espiritualidad hasta el Convento. Acudían desde una cocinera, un cochero hasta, familias aristocráticas y el propio Gobernador de la ciudad, que se relacionan en esta Fraternidad Franciscana», expresa fray Rovegno.
Ingrid Saavedra T.
Un refugio en la ciudad
El Convento de San Francisco ha sido un lugar de refugio para miles de personas a lo largo de su historia, primero porque al atravesar sus puertas, el ruido del tráfico, las bocinas y el trajín propio de una capital desaparecen.
En el patio central, como parte del paisaje es común observar como un pavo real despliega sus maravillosas plumas de vistosos colores, mientras por el sendero una gallina pasea junto a sus polluelos y en el medio, una hermosa fuente es el hogar de varios peces de colores. Como es de esperar, luego de cuatro siglos, este lugar ha sufrido diversos cambios en la ornamentación y paisaje de sus árboles y plantas, sin embargo, hay un elemento que se mantiene en el tiempo y es la inmensa paz que se encuentra en su interior.
Ingrid Saavedra T.
Sobre esto da fe el hermano Juan, quien comenta a Aleteia: «En plenas manifestaciones que se han vivido en la ciudad como las de la Unidad Popular, las del gobierno militar, hasta llegar a las más recientes que hemos tenido, cientos de personas han llegado hasta sus puertas pidiendo refugio para escapar de la violencia y persecusiones, buscando encontrar paz. Incluso, para resguardar al propio templo de diversos ataques, se han instalado una serie de barreras para protegerlo».
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Un espacio de todos
Convertido en un símbolo de la historia de Chile en estos más de 400 años, el templo y el Convento siguen siendo un lugar de confluencia para todas las clases sociales.
Diariamente, llegan turistas, personas de fe, estudiantes motivados principalmente por las invaluables obras que contiene el museo (que dan cuenta de la vida de San Francisco de Asís) y cientos de personas en situación de vulnerabilidad que reciben alimentos en el comedor San Antonio, al costado del templo.
«Asimismo se han efectuado recepciones de embajadas realizadas en los claustros, también han pasado por las instalaciones desde los reyes de España, Carlos y Sofía, comandantes en jefe de la Región, hasta el Dalai Lama, por nombrar algunos», señala Rovegno.
A esto se agrega que el lugar ha sido sede de numerosas actividades como: ceremoniales de pueblos originarios, oraciones por los Derechos Humanos, firmas de alianzas religiosas y conmemoraciones por el medioambiente, solo por nombrar algunas.
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Año Jubilar
Es así como al iniciarse el Año Jubilar y de Indulgencia Plenaria que se prolongará hasta el 23 de octubre de 2023, la invitación a visitar el Convento de San Francisco de la Alameda, sigue más vigente aún, recorrer cada uno de los rincones dispuestos al público y empaparse de historia, en medio de un oasis que invita al reencuentro, la reflexión y la paz, son un imperdible para los que tengan la oportunidad de llegar hasta Santiago.
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