En esta semana del año, me encanta darme el lujo de leer «Cuento de Navidad». Que el fantasma del pasado me recuerde mis cuentas pendientes, que el fantasma del presente corrija la dirección de mi vida, y que el fantasma de las Navidades futuras me llame la atención sobre las cosas importantes. Que, dicho sea de paso, son realmente pocas.
Y este año, esos fantasmas me han señalado un rincón del planeta donde todos los días se viven las cosas importantes de personas que están llegando a la meta: el hospital de Cuidados Paliativos Laguna, en Madrid (España). Desde allí, es imposible no coger una perspectiva dickensiana.
Queríamos que un paciente de Laguna fuese nuestro fantasma, nuestro Pepito Grillo del pasado. Pero, antes de poder grabar la entrevista, le tocó el turno en la puerta del Cielo… En su lugar, nos habló una jovencísima María, hija de Carolina, una paciente del hospital. Alguien que derrocha sabiduría octogenaria a pesar de ser una niña insultantemente joven.
‒ María, cuando ya llega ese momento del camino, cuando están a punto de despegar, qué es lo que realmente les importa?
‒ Bueno, lo que realmente piden todos los pacientes de Laguna es estar en paz, y algunos se apoyan en la esperanza de una vida más allá. Vemos como mucha gente que no tenía ningún tipo de creencia, al llegar aquí se hace un replanteamiento de toda la existencia. Pero, lo que todos piden, tengan o no convicciones religiosas, es estar rodeados del cariño de la gente que les quiere. Es el momento de romper con todo tipo de esquemas, de resolver problemas que haya habido antes. El amor es el verdadero y único compañero en los momentos relevantes.
‒¿Cómo se mira al pasado? ¿Hace falta mucha valentía para echar la vista atrás desde un hospital de cuidados paliativos?
‒Más que mirar al pasado, yo creo que la pregunta debería ser cómo se mira al futuro, a la muerte, desde un hospital de cuidados paliativos. Porque la muerte nos va a llegar a todos. Desde un hospital de paliativos, tienes que plantarle cara al pasado sin miedo. Es «el momento» de dar gracias, de pedir perdón, y de arreglar lo que haya podido quedarse pendiente en el camino. La muerte termina con una vida, pero no con una relación. Olvidar a una persona depende de nosotros. Aunque no la tengamos en el día a día, si la tenemos en la memoria, si disfrutamos de sus recuerdos y hablamos de ella, sigue con nosotros.
También hablamos con Elena Ruano, técnico de dietética del Hospital Laguna.
‒Elena, ¿cómo cuidar a los nuestros estas navidades? ¿Cómo cuidarlos como si fuese la última Navidad? ¿Cómo lo hacéis en Laguna?
‒En dietética y cocina, tenemos un equipo que, efectivamente, elabora las recetas pensando que puede ser la última comida del paciente. Se piensa en a quién va dirigida, y se añade en cocina muchísimo amor y muchísimo cariño.
‒¿Cuál va a ser el menú de la cena de Nochebuena en el hospital?.
‒Buscaremos recetas que lleven sentimiento. Nuestros mayores, y no tan mayores, tienen recetas del recuerdo, y, partiendo de ese recuerdo, elaboramos unas recetas especiales y personalizadas para cada paciente. Como neurogastrónoma, tengo la misión de que cada receta esté pensada para la persona que la va a recibir. Y este objetivo está presente en todo el proceso, desde la elección de la receta, su elaboración… hasta su llegada a la mesa del paciente.
Hemos de lograr que el paciente que recibe esa comida se lleve una experiencia feliz en ese día, en ese momento. Si el paciente tiene recuerdos positivos con un cocido, por ejemplo, en el momento que lee cocido se hace una idea de lo que va a comer, y la memoria provoca que el paciente tenga un recuerdo agradable, una motivación para comer.
África forma parte del equipo de psicólogos de Laguna.
‒África, ¿se puede llegar a notar la alegría de la Navidad en esos momentos tan delicados, en un lugar tan singular como un hospital de cuidados paliativos?
‒ Sí, sí se puede notar. Aunque defendemos que no hay que buscar la alegría de manera obsesiva, aquí todas las emociones están permitidas, son igual de válidas: la alegría, la tristeza, el miedo, el enfado… Sin angustiarnos. Pero a muchos de los pacientes les gusta decorar con su estilo las habitaciones, cantamos villancicos… ¡Se nota la Navidad!.
‒¿Crees que nuestra sociedad conoce los cuidados paliativos?
‒Yo creo que no. No los conocen del todo porque la muerte y el sufrimiento no son temas que a esta sociedad le guste tratar. Generalmente, se cree que es un lugar triste de luces apagadas, y es todo lo contrario: se trata de transmitir paz, serenidad, alegría, a las personas que están ingresadas y a sus familiares”.
Morir sin dolor
‒ ¿Se puede morir sin dolor hoy en día?.
‒Sí, y es uno de nuestros objetivos prioritarios. Que nuestros pacientes estén sin dolor y sin preocupación. Médicamente, les abastecemos con lo que haga falta para garantizar que no sufran, y también nos aseguramos de que estén en contacto con sus familias. Desde psicología, les brindamos el apoyo para vivir sin angustia esos momentos, y, desde trabajo social, procuramos solucionar temas pendientes que les preocupan, como hipotecas, pagos pendientes, y todo tipo de gestiones.
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