El país africano ha evitado a duras penas la declaración de catástrofe en 2022, pero las previsiones para el próximo año son sombrías
Las continuas sequías y la crisis económica mantienen a Somalia al borde del desastre humanitario. Cinco temporadas seguidas de lluvias escasas, unidas al aumento de los precios debido a la coyuntura internacional, han afectado muy gravemente al castigado país africano.
Según el último informe de Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF), entre abril y junio de 2023, la situación podría convertirse en «catastrófica». 8,3 millones de personas podrían verse en situación de «inseguridad alimentaria muy grave».
Mohamed Sheikh Nor for CRS
El país lleva en situación de alarma desde 2021. Las regiones más afectadas son, según el informe, son Centro y Hiiraan, así como Garowe, Galckayo y Dollou. La ONU no ha declarado oficialmente aún la situación de hambruna, pero podría tener que hacerlo si en 2023 se cumplen las peores previsiones.
La alarma lanzada por la ONU el pasado 12 de diciembre ha encontrado eco en organizaciones católicas. Entre ellas, la norteamericana Catholic Relief Services (CRS), vinculada a la Conferencia Episcopal de los EE.UU., que mantiene una sede operativa en el país desde 1960.
Omar Faruk – Catholic Relief Services
Situación desesperada
Según Rebecca Hallam, representante de CRS para Kenia y Somalia, «la gente necesita ayuda con urgencia, a pesar de que aún no se ha declarado la hambruna». Ya ahora, en estos momentos, advierte, «por desesperación, millones de familias están vendiendo todo lo que tienen o están saliendo de sus casas para buscar comida y agua. La escasez de recursos y el aumento de los costos han llevado a un aumento de los conflictos y la inestabilidad política».
Catholic Relief Services
Para otro de los agentes de CRS en la zona, Kev Esteban del Castillo, «la gente se está rindiendo como nunca antes. Las personas solían poder hacer frente a una o dos temporadas de lluvia fallidas y manejar los desafíos asociados con estas. Pero ahora, con varias temporadas fallidas, esas mismas personas piensan que todo terminó, como si las lluvias nunca fueran a regresar».
«En muchos sentidos, es la tormenta perfecta. Las tensiones son elevadas. El desplazamiento masivo está creciendo. En los campamentos de desplazados internos, las familias se sienten atraídas por la promesa de alimentos y agua, pero encuentran que los campamentos están superpoblados y mal administrados», afirma Rebecca Hallam. «Lo que es peor, la mala gestión del agua hace que estos campamentos sean propensos a brotes de enfermedades como el cólera».
Este es el link puesto en marcha por CRS para realizar donaciones: Crisis de seguridad alimentaria
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