(CNA/InfoCatólica) The Associated Press informó el 1 de enero que había recibido una carta del cardenal Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos del Vaticano, dirigida al presidente de la conferencia de obispos de Estados Unidos, el cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston.
La carta, fechada el 11 de noviembre, indicaba que las propuestas que habían sido programadas para una votación por parte de la Conferencia Episcopal de EE.UU (USCCB) necesitaban más tiempo y discusión para «madurar adecuadamente». Ouellet indicó que su dicasterio tenía numerosas objeciones canónicas a las propuestas.
El 12 de noviembre, el cardenal Daniel DiNardo anunció que el Vaticano había ordenado a la USCCB retrasar una votación sobre dos propuestas clave que se esperaba que formaran la base de la respuesta de la Iglesia a la crisis de abusos sexualwa.
Las propuestas eran establecer un nuevo código de conducta para los obispos y crear un comité dirigido por laicos para investigar a los obispos acusados de mala conducta,
DiNardo dijo que recibió una directiva de la Congregación para los Obispos, insistiendo en que la consideración de las nuevas medidas se retrase hasta la conclusión de una reunión especial convocada por el Papa Francisco para febrero. Esa reunión, que incluirá a los presidentes de las conferencias de obispos de todo el mundo, abordará la crisis mundial de abusos sexuales.
DiNardo explicó que solo se le había informado de la decisión del Vaticano un día antes del inicio de la reunión de otoño de los obispos de Estados Unidos en Baltimore.
Sin embargo, según Associated Press, Ouellet le dijo por primera vez a DiNardo el 6 de noviembre que los obispos no deberían votar sobre las propuestas, y repitió las instrucciones en su carta del 11 de noviembre, diciendo:
«Considerando la naturaleza y el alcance de los documentos que se proponen. creo que hubiera sido beneficioso tener más tiempo para consultar con esta y otras congregaciones con competencia sobre el ministerio y la disciplina de los obispos».
El 1 de enero, DiNardo dijo a Associated Press que había compartido el contenido y la dirección de las propuestas con el Vaticano en octubre. Dijo que siguió adelante con la redacción del texto final cuando no se encontró con ninguna oposición.
«No habíamos planeado, ni tampoco lo había pedido la Santa Sede, compartir los textos antes de que los obispos hubieran tenido la oportunidad de enmendarlos», dijo, y agregó que asumió que el Vaticano podría «revisar y ofrecer ajustes» a las medidas después de que los obispos de Estados Unidos votaran para aprobarlos.
«Ahora está claro que había diferentes expectativas por parte de la USCCB y por parte de Roma que pueden haber afectado la comprensión de estas propuestas», dijo DiNardo a Asssociated Press. «Desde nuestra perspectiva, fueron diseñadas para no llegar a interferir con la autoridad de la Santa Sede».
En su carta, Ouellet reconoció que la USCCB tiene autonomía para discutir y aprobar medidas, pero agregó que «el trabajo de la conferencia siempre debe estar integrado dentro de la estructura jerárquica y la ley universal de la iglesia». Mencionó la necesidad de «incorporar la información y frutos» de la reunión de febrero en Roma.
DiNardo le dijo a la AP que había advertido a Ouellet que si no se votaban las propuestas «sería una gran decepción para los fieles, quienes esperaban que sus obispos tomaran medidas justas».
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