El año nuevo es una ocasión ideal para hacer balance de la situación de la pareja y cultivar mejor el jardín conyugal. Algunos consejos para triunfar en este ejercicio.
Termina el año 2020. Un año complicado para todos, tal vez también para la pareja. Por eso conviene hacer balance, evaluar nuestra relación. Conviene preguntarnos cómo ha sido esta año para nuestra relación de pareja.
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La naturaleza ofrece paisajes muy hermosos: colores exuberantes, cantos de pájaros, zumbidos de insectos… Los jardineros están orgullosos de su cosecha. Normal, es temporada. Pero si las lechugas han brotado es porque primero se edró la tierra, se sembraron las semillas y se regó regularmente.
Quizás fue necesario protegerlas de unas lluvias abundantes o de un sol demasiado ardiente. Y de las babosas hambrientas y descaradas. Las azaleas han florecido generosamente porque les añadimos los complementos que necesitaban, porque la hiedra y la correhuela fueron cuidadosamente arrancadas. Y así con tantas otras plantas que son la delicia del ojo y del paladar. Un hermoso jardín no es fruto del azar, sino el resultado de mucho cuidado y mucho trabajo… y de amor también. Un poco como nuestra relación conyugal. Si la cuidamos, podrá ser también tan hermosa como el más bello de los jardines.
Revisar el año como pareja
El año nuevo puede ser la ocasión de revisar el año pasado: ¿De qué cuidados nos hemos beneficiado? ¿Qué malas hierbas hemos dejado germinar y crecer sin ser necesariamente conscientes de ello, como esa poca ternura compartida, esa falta de tiempo para los dos, esos pequeños rencores acumulados…? Vamos a tener que escardar, cavar y regar nuestro jardín conyugal. Pero ¿cómo? ¿Y por dónde empezamos?
Las herramientas adecuadas para cultivar el jardín conyugal
Para empezar, hay que tomar conciencia del eventual erial sentimental y sexual de nuestra relación de pareja.
¿Dónde estamos con respecto a nuestra presencia el uno del otro? ¿Y con respecto a nuestra complicidad?
¿Nuestros proyectos compartidos? ¿Nuestros sueños?
¿Nuestra intimidad sexual y espiritual? Luego, hay que disponer de las herramientas necesarias para hacer fructificar la relación. ç
La benevolencia, que nos evitará frases asesinas y nos ayudará a prestar sincera atención a nuestro cónyuge. La ternura, que actúa como un verdadero abono del amor y que colmará nuestra insaciable necesidad de ser amados. El tiempo que es necesario dedicar regularmente para encontrarse como amantes.
Quizás necesitemos consejos. De un amigo más experimentado, de un jardinero emérito, de algunas obras especializadas…
Necesitamos contar con “personas de recursos” que vengan a reconfortarnos y acompañarnos en nuestros proyectos para mantener el ritmo. En última instancia, el éxito dependerá de la regularidad y la paciencia. Y nuestros amigos dirán al venir a nuestra casa: “¡Qué hermoso es su jardín!”, y exclamarán con Salomón: “Como un lirio entre los cardos es [su] amada entre las jóvenes. Como un manzano entre los árboles silvestres es [su] amado” (Ct 2, 2-3).
Marie-Noël Florant
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