El 3 de marzo López Obrador anunció en su conferencia de prensa matutina que frente a restricciones a las manifestaciones de feministas el 8 de marzo en otros países “aquí es prohibido prohibir, se garantizan los derechos de manifestación, de expresión”.
“Aquí libertad absoluta, completa”, insistió, al tiempo que pidió a las feministas que “las manifestaciones sean pacíficas”.
“Que no se dañe a establecimientos comerciales, que no se afecten monumentos públicos y mucho menos que se agreda a otras personas, y que también haya cuidado para que no vayan a dañarse de los mismos manifestantes, mujeres u hombres, porque la vez pasada tiraron bombas”, dijo.
De acuerdo a datos del Gobierno de México, al 6 de marzo se han confirmado más de 2,3 millones de casos de COVID-19 en el país, con un total de más de 210 mil muertes.
La universidad estadounidense Johns Hopkins, especializada en medicina, coloca a México como el tercer país con más muertes a causa del COVID-19 en todo el mundo, solo detrás de Estados Unidos y Brasil.
En la mayor parte del país se mantienen restricciones al porcentaje de fieles que tienen permitido participar en la celebración de la Misa, así como limitaciones para las procesiones y expresiones de fe, particularmente con miras a la Semana Santa.
En Miércoles de Ceniza, al inicio de la Cuaresma, en algunas diócesis mexicanas se optó por celebrar la Misa sin asistencia de fieles y entregarles las cenizas directamente para que las distribuyan en sus casas y en sus centros de trabajo.
Una decisión “contradictoria” e “irresponsable”En diálogo con ACI Prensa, Luis Losada, director de campañas de CitizenGO en Hispanoamérica, criticó que “la posición de López Obrador permitiendo ‘libertad absoluta’ con las manifestaciones feministas del 8M es contradictoria con las restricciones al culto y al comercio”.
“¿Por qué la ‘libertad absoluta’ es asimétrica?, ¿por qué no hay ‘libertad absoluta’ para asistir al servicio religioso y sí para acudir a los actos feministas?, ¿cómo le explica esta asimetría a muchos restauranteros quebrados y cerrados por el semáforo rojo?”, cuestionó.
Losada recordó que “la libertad de expresión es un derecho fundamental. Pero la libertad religiosa y la libertad de empresa también son derechos fundamentales”.
“Si una emergencia sanitaria obliga a restringirlos para evitar la expansión de la pandemia y salvar vidas obligará a todos no solo a algunos. Porque esa asimetría, además de irritante e inmoral es ilegal”, continuó. “Y además es irresponsable: ¿cuántas vidas se han perdido por el mal manejo de una crisis por parte de un gobierno que pensó que el virus le venía ‘como anillo al dedo’?”, añadió.
Losada dijo luego que “pedir a las feministas que el 8M no sean violentas es pedir peras al olmo. Porque ellas creen que en la violencia como vector político. Lo hemos visto en Quintana Roo, Puebla o Michoacán”.
“Quizás el presidente López Obrador trate de destensar con este gesto de tolerancia su mala relación con las feministas que tratan de marcarle la agenda. Auguro fracaso. Porque para las feministas su agenda es casi su religión. Jamás la abandonarán. Jamás se contentarán con romper unos vidrios”, señaló.
Las feministas, advirtió, “quieren aborto sin límite alguno. Y por supuesto, sufragado con el esfuerzo fiscal de todos los ciudadanos. Y no pararán nunca hasta conseguirlo”.
“El Gobierno muestra una negligencia criminal”Por su parte, el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, dijo que permitir las marchas feministas mientras se restringe el culto “no es sino la manifestación de una gran incoherencia. En una marcha de este tipo no se cumple ninguna de las normas mínimas para evitar los contagios, todo lo contrario del cuidado que se ha tenido en los templos para salvaguardar la propia salud y la de los demás”.
“Sin embargo, este gobierno irresponsable que le tiene pánico a las feministas les da luz verde mientras en los templos siguen imponiendo restricciones que rayan en lo absurdo”, dijo.
Para el P. Valdemar, “el Gobierno muestra una negligencia criminal al autorizar las marchas feministas. No estamos en un momento para eso”.
“Enero y febrero fueron meses trágicos. Apenas empieza a haber un control. No es posible que justo en este momento se permitan estas manifestaciones multitudinarias”.
El sacerdote mexicano subrayó el “contraste entre la disciplina y responsabilidad que ha mostrado la Iglesia, a veces incluso exagerada, y la irresponsabilidad criminal del gobierno y de las feministas, que sin importarles la salud pública se preparan para mostrar una vez más de qué están hechas, de resentimiento social, violencia, odio y destrucción”.
Frente a la eventual violencia de las feministas contra los templos católicos este 8 de marzo, el P. Valdemar recordó que “ya otras veces los grupos católicos de laicos, ante el silencio vergonzoso de algunos obispos, se han organizado para hacer vallas humanas y defender los templos, y lo han hecho con sumo respeto y civilidad”.
“Por desgracia, estos católicos heroicos se exponen a la violencia y brutalidad de las feministas, que llegan a actuar con un verdadero odio satánico. Sin embargo, los fieles laicos, ante la cobardía de los pastores, están en todo su derecho de defender sus templos, y les agradecemos esos gestos heroicos de fe”.
Consultada sobre si se pronunciaría sobre el permiso para las aglomeraciones de feministas este 8 de marzo mientras se mantienen las restricciones al culto público, la Conferencia del Episcopado Mexicano señaló que no tiene una opinión al respecto.
Javier Rodríguez, director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México señaló que si bien no hay una postura respecto al permiso del gobierno de López Obrador a las marchas feministas, “ha habido diálogo interno con los encargados de las distintas parroquias para estar atentos a cualquier contingencia y tener el apoyo inmediato de las autoridades de la Ciudad de México”.
“En el caso específico de la Catedral Metropolitana, la seguridad al interior está a cargo de la Guardia Nacional y la exterior de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, explicó.
Desde la tarde del 7 de marzo, el Gobierno de la Ciudad de México decidió colocar vallas de protección frente a la Catedral de México, similares a las instaladas frente a Palacio Nacional, sede del gobierno del país.
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