“Hace diez años comenzaba el sangriento conflicto de Siria, que ha provocado una de las mayores catástrofes humanitarias de nuestro tiempo: un número indeterminado de muertos y heridos, millones de refugiados, miles de desaparecidos, destrucción, violencia de todo tipo y un inmenso sufrimiento para toda la población, especialmente la más vulnerable, como niños, mujeres y ancianos”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre afirmó “renuevo mi más encarecido llamamiento a las partes en conflicto para que den muestras de buena voluntad, a fin de que se abra un rayo de esperanza para la población extenuada”.
Luego, el Papa pidió también “un compromiso decidido y renovado, constructivo y solidario, por parte de la comunidad internacional, para que, depuestas las armas, se pueda restablecer el tejido social y comenzar la reconstrucción y la recuperación económica”.
“Pidamos todos al Señor para que no se olvide tanto sufrimiento en la amada y atormentada Siria y para que nuestra solidaridad reavive la esperanza”, dijo el Pontífice quien invitó a rezar un Ave María “juntos por la amada y atormentada Siria”.
La guerra en Siria comenzó como un conflicto armado civil tras protestas antigubernamentales en 2011.
Dichas protestas causaron enfrentamientos entre las fuerzas armadas del país y lo que después se denominó “oposición siria”, formado también por varios grupos terroristas.
Luego, esta guerra civil se transformó en conflicto internacional entre varios países.
En noviembre de 2020, el Obispo caldeo de Alepo, Mons. Antoine Audo, dijo a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) que la pandemia no se compara al bloqueo económico que sume en la pobreza a Siria, y recordó a la comunidad internacional que la guerra y violencia continúan.
Según informó ACN, Mons. Audo vivió “en primera persona los peores momentos de la guerra en Siria cuando la ciudad estaba sitiada por las tropas rebeldes y los bombardeos no cesaban día y noche”. Hoy en día, el conflicto entró en su “etapa final”, y si bien la guerra se alejó de Alepo, la población “sigue necesitando ayuda para sobrevivir”.
Debido a los años de violencia y destrucción en el país, el Prelado señaló que “la economía siria ahora está completamente destruida y el pueblo sirio empobrecido de forma brutal”.
Además, el Obispo alertó entonces que la comunidad internacional se olvidó de Siria, porque “las grandes potencias han logrado lo que buscaban, el debilitamiento del estado sirio”. Al respecto, recordó “la explotación del petróleo por parte de los estadounidenses en la región de Jazira y el establecimiento de los turcos en nuestro país, en Idlib y en la región de Jazira”.
Finalmente, el Prelado aseguró que seguirán haciendo todo lo posible como Iglesia Católica para mantener su presencia entre las familias cristianas ahora y de cara al futuro.
“Prueba de ello es la reconstrucción de iglesias, viviendas y escuelas en toda Siria y, especialmente, en Alepo, también con la ayuda de la fundación ACN. Nuestro futuro, incluso siendo una minoría, depende de que seamos una Iglesia viva y fiel a la gracia recibida a través del bautismo”, concluyó.
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