Los pasajes del nuevo libro del Pontífice “Dei vizi e delle virtú” (De vicios y virtudes) que sale a la venta el 2 de marzo en Italia.
El papa Francisco aseguró que vendrá un nuevo diluvio si no cambiamos nuestra forma de actuar sobre el clima y los glaciares. El pontífice habla de pruebas arqueológicas de una gran inundación presente en la narración de la Biblia.
En el libro «Dei vizi e delle virtù» (De vicios y virtudes, editorial Rizzoli) que se publicará el 2 de marzo en Italia y del que el diario Il Corriere della Sera, anticipa algunos extractos en su edición del 28 de febrero, Francisco reflexiona sobre las siete virtudes y los vicios opuestos que Giotto pintó en la Capilla de los Scrovegni, también llamada capilla de la Arena, es una pequeña iglesia, adyacente a un monasterio agustino, el Monastero degli Eremitani en Padua, región de Véneto, Italia.
El hilo de la reflexión es la antítesis entre: justicia/injusticia, fortaleza/inconstancia, templanza/ira, prudencia/imprudencia, fe/infidelidad, esperanza/desesperación, caridad/celos.
La obra es producto de las conversaciones de Francisco con el sacerdote, Marco Pozza, capellán de la cárcel de Padua, Italia. Ambos ya habían dialogado sobre el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. TV 2000, la televisión de los obispos italianos, trasmitió la serie documental en capítulos.
Virtudes y vicios
Ahora, Francisco explica: «Hay gente virtuosa, hay gente viciosa, pero la mayoría es una mezcla de virtudes y vicios. Algunos son buenos en una virtud pero tienen algunas debilidades. Porque todos somos vulnerables. Y esta vulnerabilidad existencial debemos tomarla en serio. Es importante saberlo, como guía para nuestro camino, para nuestra vida».
La ira, el bullying…
«La ira destruye. La ira es una tormenta cuyo propósito es destruir. Pensemos en el acoso entre los jóvenes. El acoso escolar hoy en día es terrible. Está muy presente en las escuelas. Incluso los más pequeños tienen la capacidad de destruir al otro. (…)
El acoso escolar surge cuando, en lugar de buscar la propia identidad, se menosprecia y ataca la identidad de los demás. Y cuando en los grupos de jóvenes, en la escuela, en los barrios hay episodios de agresión, de acoso, vemos la pobreza de la identidad de los que agreden.
La única manera de «curarse» del acoso es compartir, convivir, dialogar, escuchar a los demás, tomarse tiempo porque es el tiempo el que hace la relación. Cada uno de nosotros tiene algo bueno que dar al otro, cada uno necesita recibir algo bueno del otro».
Mal de inspiración satánica
El Papa asegura que «la ira de Dios es contra la injusticia, contra Satanás. Se dirige contra el mal, no el que proviene de la debilidad humana, sino el mal de inspiración satánica: la corrupción generada por Satanás, detrás de la cual van hombres, mujeres individualmente, sociedades enteras. La ira de Dios pretende hacer justicia, «limpiar».
El diluvio es el resultado de la ira de Dios, la Biblia lo dice. Es una figura de la ira de Dios, que según la Biblia ha visto demasiadas cosas malas y decide acabar con la humanidad. La bíblica, según los expertos, es un relato mítico. (Ahora espero que alguien no diga que el Papa dijo que la Biblia es un mito) Pero el mito es una forma de conocimiento. El diluvio es un relato histórico, dicen los arqueólogos, porque en sus excavaciones encontraron pruebas de una inundación.
Una gran inundación, quizá debida al aumento de la temperatura y al deshielo de los glaciares: lo que ocurrirá ahora si seguimos por el mismo camino. Dios desató su ira, pero vio a un hombre justo, lo tomó y lo salvó.La historia de Noé muestra que la ira de Dios también es salvadora«.
Prudencia
La prudencia es la virtud del gobierno. Papa Francisco
El papa Francisco sostiene que para algunos, la prudencia sería una virtud pura, sin contaminación. «Es como si fuera un entorno esterilizado. La prudencia, sin embargo, es la virtud del gobierno. No se puede gobernar sin prudencia, al contrario. Quien gobierna sin prudencia gobierna mal y hace cosas malas, toma malas decisiones, que destruyen al pueblo, siempre. La prudencia en el gobierno no siempre es equilibrio.
El aséptico, el que se lava en desinfectante, no es la verdadera persona prudente
A veces la prudencia debe ser desequilibrada, para tomar decisiones que produzcan cambios. Pero la prudencia es una virtud esencial para quienes gobiernan: los hombres son apasionados, y hace falta algo que nos diga: «Detente, para y piensa». No es tan fácil tener prudencia. Hace falta mucha reflexión, mucha oración, pero sobre todo hace falta empatía. El aséptico, digamos el que nunca se ensucia, el que se lava en desinfectante, no es la verdadera persona prudente. La prudencia va de la mano de la simpatía, de la empatía, por las situaciones, las personas, el mundo, los problemas (…)
El diablo te pone dudas
¿Puede la fe crecer de la mano de la duda? Sucede porque somos humanos, y la fe es un regalo tan grande que, cuando lo recibimos, no podemos creerlo. ¿Es eso posible? El diablo te pone dudas, luego la vida, sucesivamente las tragedias: ¿por qué Dios permite esto? Pero una fe sin dudas no va. Piensa en Santa Teresa del Niño Jesús: ¿crees que no tuvo dudas? Lee el final de su vida. Dice que en los momentos más feos de su enfermedad pidió que le llevaran agua bendita a su cama, que le llevaran la vela bendita para ahuyentar al enemigo.
Las crisis de fe no son fracasos contra la fe
El problema es cuando no se tiene paciencia. ¿Estaba Jesús, hombre, en el Huerto de los Olivos, contento? «¿Por qué me has abandonado?» Pensar en ser abandonado por Dios es una experiencia de fe que han tenido muchos santos y también muchas personas hoy, que se sienten abandonadas por Dios, pero no pierden la fe. Custodian el don: en este momento no siento nada, pero guardo el don de la fe.
El cristiano que nunca ha pasado por estos estados de ánimo se está perdiendo algo, porque significa que se está conformando. Las crisis de fe no son fracasos contra la fe. Por el contrario, revelan la necesidad y el deseo de entrar cada vez más en las profundidades del misterio de Dios. Una fe sin estas pruebas me hace dudar de que sea una fe verdadera».
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