San Marcos fue originario de la zona de Jerusalén y, por lo tanto, perteneció al pueblo judío. En los Hechos de los Apóstoles aparece acompañando a San Pablo y Bernabé -su primo- a Antioquía, en el primer viaje misionero. También acompañó al Apóstol de los Gentiles a la ciudad de Roma. San Marcos se separó de ellos en Perga y retornó a su casa. Más adelante, Bernabé también se separaría de San Pablo para irse a Chipre con su primo. Años después, San Marcos y San Pablo se juntarían en otro viaje misionero.
El Evangelista Marcos también hizo un largo viaje con San Pedro, acompañándolo a Roma. El primer Papa solía referirse a él como “mi hijo”. Marcos finalmente se estableció en Alejandría, donde dirigió a la comunidad cristiana y fundó su famosa escuela. Hoy, como consecuencia de su presencia en aquella tierra, es venerado como Patrono de los coptos.
Se sabe que la narración hecha por Marcos en su Evangelio estuvo influenciada por el testimonio directo de San Pedro. Quizás el texto fue escrito durante la década del 60 al 70 después de Cristo.
La tradición señala que San Marcos murió mártir hacia el año 68, en Alejandría. Sus reliquias reposan hoy en la Catedral de Venecia.
A San Marcos se le representa como un león alado en relación a uno de los cuatro seres vivientes del Apocalipsis. Hay quienes consideran que esto se debe a que el Evangelio de San Marcos inicia con Juan Bautista clamando en el desierto, a modo de un león que ruge.
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