José Gregorio Hernández será beatificado mañana 30 de abril en la iglesia del Colegio La Salle, en Caracas. La ceremonia comenzará a las 10:00 a.m. y será transmitida a nivel nacional, y también a través la plataforma de YouTube de la Conferencia Episcopal Venezolana y de la Arquidiócesis de Caracas.
Esta beatificación, dijo el Papa, llega “en un momento particular, difícil” para Venezuela. “Al igual que mis hermanos obispos, conozco bien la situación que sufren, y soy consciente que sus prolongadas penalidades y angustias se han visto agravadas por la terrible pandemia del Covid-19 que nos afecta a todos”, señaló.
A pesar de ello, afirmó que esta celebración será la consumación del deseo de los venezolanos de que la Iglesia confirme que el médico de los pobres está junto a Dios, y que con la Virgen de Coromoto intercede por el pueblo venezolano.
“Les confieso que no encontré un venezolano aquí en el Vaticano, sea en la plaza o en audiencia privada, que en la mitad de la conversación al fin, dijera: ¿y cuándo es la beatificación de Gregorio? Lo llevaban en el alma. Bueno, ahora se logra este deseo”, dijo el Santo Padre.
Francisco dijo que el futuro beato, como creyente discípulo de Cristo, “hizo del Evangelio el criterio de su vida”, participando en los sacramentos y siendo también “un hombre amante de la sabiduría, de la investigación, de la ciencia, al servicio de la salud y de la docencia”. “Es un modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y, particularmente, como paradigma de servicio al prójimo, como un buen samaritano, sin excluir a nadie. Es un hombre de servicio universal”, aseguró.
El Papa dijo que “una de las facetas más relevantes y atrayentes de su personalidad fue la de ser testimonio de superación personal y de servicio ciudadano”, entendido “desde el ejemplo que Cristo nos dejó durante la Última Cena, cuando se puso a lavar los pies a sus discípulos y a todos, porque a todos amaba, también a Judas, aún sabiendo que lo iba a traicionar. Jesús no se vengó de nadie, no se vengó de nadie, amó a todos”.
El Santo Padre destacó que al decir “los unos a los otros”, Jesús “nos exhorta no sólo a ser sujetos activos del servicio, sino también a tener la humildad de dejarnos lavar los pies por los demás. ¿Y qué es hoy día ese lavarse los pies unos a otros —me pregunto— para todos nosotros y en concreto para ustedes, que hoy están festejando la beatificación de este gran lavador de pies?”.
“Por ejemplo, significa acogerse, recibirse los unos a los otros, ver al otro como un igual, como alguien como yo, sin menospreciar. No menospreciar a nadie. También es servirse los unos a los otros, estar dispuestos a servir, pero también dejar que los otros nos ayuden, nos sirvan. Ayudar y dejarnos ayudar. Otro ejemplo es perdonarnos los unos a los otros, pues debemos perdonar y permitir que nos perdonen. Sentirnos perdonados. En definitiva, lavarse los pies unos a otros, es amarse los unos a los otros”, afirmó.
En ese sentido, dijo que “todos necesitamos de ayuda” y de perdón, pues como señaló Cristo: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”, es decir que “el que no tenga alguna cosa dentro de la cual arrepentirse, que acuse a los demás”.
El Papa dijo que a veces nos convertimos en “acusadores” dentro de una familia o de un pueblo. “Ese no es el camino que nos enseñó el beato que hoy celebramos, sino más bien, el de servicio, de escucharnos, y de perdonarnos y de dejarnos perdonar”, señaló.
Sobre la situación crítica de Venezuela, agravada por la pandemia, el Santo Padre aseguró que tiene “muy presente en el día de hoy a tantos muertos, a tantos contagiados por el coronavirus que han pagado con su vida, por mantenerse en sus tareas en condiciones precarias”.
“Esta misma pandemia, que hoy día incide en esta gran fiesta de la fe de la beatificación, y que la reduce, para evitar contagios por razones de seguridad, de salud, nos mete en casa a todos, no nos permite salir a la calle a celebrar, a gritar, no, porque la pandemia es peligrosa”.
Francisco dijo que acompaña “esta celebración —permítanme la palabra— ‘pandémica’, es decir, una celebración sin nada, por el dolor de la pandemia”; y que tiene también presente a los venezolanos que dejaron “el país en busca de mejores condiciones de vida, y también a los que están privados de libertad y a los que carecen de lo más necesario”.
“Todos son compatriotas del beato, todos ustedes. Y todos tienen los mismos derechos. Los acompaño con amor, a todos. Y así como conozco bien los sufrimientos, también conozco la fe y las grandes esperanzas del pueblo venezolano”, afirmó.
Por ello, indicó que “la beatificación del doctor Hernández es una bendición especial de Dios para Venezuela, y nos invita a la conversión hacia una mayor solidaridad de unos con otros, para producir entre todos la respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva, renazca después de la pandemia, con espíritu de reconciliación”.
Francisco alentó a seguir el admirable ejemplo del futuro beato “de servicio desinteresado a los demás. Creo sinceramente que este momento de unidad nacional, en torno a la figura del médico del pueblo, supone una hora singular para Venezuela, y exige que ustedes vayan más allá, que den pasos concretos en favor de la unidad, sin dejarse vencer por el desaliento”.
“Sean capaces de reconocerse mutuamente como iguales, como hermanos, como hijos de una misma patria”, invitó el Papa. “Pido a Dios por la reconciliación y la paz entre los venezolanos, yo quisiera ir a visitarlos a ustedes. Que las instituciones públicas sepan brindar siempre seguridad y confianza a todos, y que el pueblo de esa bella tierra, encuentre siempre oportunidades para el desarrollo humano y la convivencia”, añadió.
Por ello, pidió que “el nuevo beato inspire, en particular, a todos los dirigentes, a todos: sindicales, académicos, políticos, empresariales, religiosos, a todos, universitarios, y a otros, a desempeñarse seriamente en el logro de una unidad operativa”, porque “o nos salvamos todos o no se salva nadie”.
“Pido que, entre todos, recuperemos esa Venezuela en la que todos sepan que caben, en la que todos pueden encontrar un futuro. Y pido al Señor que ninguna intervención de afuera les impida caminar este camino de unidad nacional. Cuánto desearía poder visitarlos, para al menos significar mi acompañamiento en este camino. Pido a la Virgen de Coromoto, Patrona de esa amada y hermosa nación, y le pido al beato José Gregorio Hernández por todos ustedes. Y a ustedes les pido que no se olviden de rezar por mí. ¡Adelante! Siempre juntos, siguiendo el ejemplo de José Gregorio. No se desanimen. Que Dios los bendiga y la Virgen los cuide”, concluyó el Papa.
Publicar un comentario