La Santa Sede estimó que ese día medio millón de personas se concentró en la Plaza de San Pedro y las vías adyacentes, mientras que otras 300 mil siguieron el evento a través de las pantallas gigantes distribuidas por la ciudad de Roma.
Durante la Misa, el Papa Francisco resaltó que “en la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Este fue su gran servicio a la Iglesia: fue el Papa de la docilidad al Espíritu”.
A San Juan Pablo II lo definió como “el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia".
Debido a que en ese entonces se estaba preparando el Sínodo sobre la Familia, que se celebró en octubre de 2015, Francisco destacó la figura del Pontífice polaco "ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene”.
Finalmente, el Papa Francisco pidió que ambos Papas "nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama”.
Un total de 870 sacerdotes distribuyeron la comunión a los fieles y unos 2.000 millones de personas siguieron la celebración en todo el mundo.
Los peregrinos fueron a la Plaza de San Pedro con banderas y pancartas. En la noche previa, cientos de miles participaron en las vigilias de oración que se celebraron en iglesias del centro de Roma en distintos idiomas.
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