Esta fecha especial para la Iglesia se conmemora en el día en que el ejército de los Estados Unidos llegó al campo de concentración, considerado como “el cementerio de sacerdotes más grande del mundo”, y logró su liberación en 1945.
En un comunicado, la Conferencia Episcopal Polaca señaló que Dachau fue el primer campo de exterminio “donde fueron ejecutados miembros del clero polaco durante la Segunda Guerra Mundial”.
“Los alemanes asesinaron a 868 clérigos de nuestro país, de los 1773 sacerdotes y obispos polacos encarcelados allí. En total, cerca de 3 mil miembros del clero católico de varios países fueron encarcelados en Dachau”, indicó.
La conferencia episcopal agregó que durante la Segunda Guerra Mundial “uno de cada cinco sacerdotes diocesanos de Polonia fue asesinado”, dando alrededor de dos mil consagrados que fallecieron por su fe.
“Murieron más de 600 religiosos y religiosas. Algunas diócesis sufrieron la pérdida del 70-80 por ciento de su clero de antes de la guerra”, agregó.
El director del Instituto para el Patrimonio del Pensamiento Nacional, Jan Żaryn, indicó que el número de sacerdotes polacos asesinados en Dachau “superó a todas las demás víctimas del clero de otros países europeos”.
Además, señaló que las víctimas de Dachau fueron sacerdotes jóvenes y clérigos resaltantes en el ministerio pastoral de la Segunda República Polaca, y señaló que su martirio estaba relacionado con la fe cristiana, “en oposición al carácter pagano del nazismo”.
“El Beato Padre Stefan Frelichowski, un sacerdote que hoy es el patrón de los scouts, estaba entre ellos. Fue este símbolo del patriotismo polaco, de jóvenes sacerdotes que siguieron los pasos de figuras como el P. Ignacy Skorupka. Entre los sacerdotes asesinados en Dachau, también estaba el Beato Padre Edward Detkens que estaba relacionado con el ministerio académico en Varsovia”, recordó.
Żaryn resaltó la actitud heroica de los consagrados durante la Segunda Guerra Mundial, como es el testimonio de San Maximiliano Kolbe, que ofreció su vida en Auschwitz por un compañero de prisión, Franciszek Gajowniczek.
“Los religiosos y religiosas también jugaron un papel importante en el rescate de los judíos, especialmente después de 1942, cuando los judíos conscientes del Holocausto en curso comenzaron a escapar de los guetos hacia el llamado ‘lado ario’”, indicó.
El Episcopado también recordó la labor de los capellanes militares, como el Beato Michał Czartoryski, que fue baleado por los alemanes en un hospital con personas gravemente heridas, y señaló que esta fecha también es un recuerdo de los sacerdotes víctimas del comunismo totalitario.
“El símbolo del martirio de los sacerdotes polacos durante el período comunista es el Beato Padre Jerzy Popiełuszko, asesinado por funcionarios del Servicio de Seguridad en octubre de 1984”, resaltó.
Asimismo, Żaryn subrayó que el clero polaco también sufrió la represión soviética, como es el caso del Beato P. Władysław Bukowiński, “párroco de la catedral de Lutsk, que fue enviado como prisionero a los campos de Gulag soviéticos, exiliado a Kazajstán, donde realizó trabajo pastoral y misionero hasta su muerte en 1974”.
El director enfatizó que durante el período estalinista aproximadamente mil sacerdotes pasaron por las cárceles comunistas, es decir, el 10 por ciento del clero polaco.
“El martirio que acompañó al sacerdocio polaco correspondió al grado del estado totalitario, al uso de herramientas totalitarias. Sin embargo, como sabemos, hasta el final de la República Popular de Polonia, esta ‘capacidad’ de los comunistas para usar las herramientas más anti-eclesiásticas se manifestó”, señaló.
Los sacerdotes y Dachau
Los nazis establecieron en Dachau, cerca de Munich (Alemania), su primer campo de concentración en 1933. Durante los siguientes 12 años, más de dos mil sacerdotes católicos, la mayoría polacos, fueron enviados y agrupados con clérigos protestantes, ortodoxos griegos, mariavitas y musulmanes en una sección conocida como el “Cuartel Sacerdote”.
Solo 818 de los 1.773 clérigos polacos enviados a Dachau sobrevivieron hasta la liberación del campo. Muchos fueron sometidos a experimentos médicos, expuestos a la malaria o infectados.
Entre los prisioneros de este campo de concentración destaca el P. Engelmar Unzeitig, un sacerdote con raíces checas apodado el “Ángel de Dachau” debido a su ministerio con otros prisioneros.
El P. Unzeitig se ofreció como voluntario para cuidar a los enfermos en el cuartel tifoideo, bañarlos, rezar con ellos y darles los últimos ritos. El sacerdote sucumbió a la fiebre tifoidea el 2 de marzo de 1945. El Papa Francisco lo reconoció oficialmente como mártir en 2016.
Cuando el Papa Juan Pablo II beatificó a 108 mártires polacos de la Segunda Guerra Mundial en 1999, había 43 presos de Dachau entre ellos.
Después de la guerra, el clero que sobrevivió a Dachau cumplió su voto, haciendo una peregrinación a Kalisz todos los años el 29 de abril. En 1970 fundaron una Capilla del Martirio y Gratitud en la cripta del Santuario de San José. En la entrada de la capilla, hay una representación de una cerca de alambre de púas y una placa que agradece a San José “por la liberación del abismo de la muerte”.
La Conferencia Episcopal de Polonia celebra la conmemoración del Día del Martirio del Clero polaco en el Santuario de San José en Kalisz, como una continuación de la peregrinación realizada por los sacerdotes.
El Ordinario de la Diócesis de Kalisz, Mons. Damian Bryl, indicó que este año 2021 se realizará “una oración de acción de gracias por nuestros hermanos en el sacerdocio que sufrieron la muerte y dieron testimonio de su fidelidad a Cristo en tantos lugares de exterminio y sufrimiento durante la última guerra mundial”.
Mons. Bryl agregó que se celebrará una Misa en el Santuario Nacional de San José en Kalisz que será presidida por el obispo de Siedlce (Polonia), Mons. Grzegorz Suchodolski.
Publicar un comentario