Conoce los factores que pueden hacer peligrar la relación amorosa de la pareja
De alguna manera todos somos conscientes de las circunstancias externas que pueden afectar a una relación de pareja. Son circunstancias que no dependen de nosotros pero que si las conocemos nos pueden hacer afrontar una determinada situación, por complicada que ésta sea, de una manera constructiva.
Los que trabajamos con matrimonios que acuden a pedir ayuda para superar sus dificultades, somos testigos de cómo muchas veces esas dificultades vienen provocadas por cómo somos las personas y cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, principalmente con nuestra pareja o familiares directos.
Crisis personales
Ya lo dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Amoris Laetitia:
(AL 236…. A estas se suman las crisis personales que inciden en la pareja, relacionadas con dificultades económicas, laborales, afectivas, sociales, espirituales. Y se agregan circunstancias inesperadas que pueden alterar la vida familiar, y que exigen un camino de perdón y reconciliación.
Al mismo tiempo que intenta dar el paso del perdón, cada uno tiene que preguntarse con serena humildad si no ha creado las condiciones para exponer al otro a cometer ciertos errores. Algunas familias sucumben cuando los cónyuges se culpan mutuamente, pero «la experiencia muestra que, con una ayuda adecuada y con la acción de reconciliación de la gracia, un gran porcentaje de crisis matrimoniales se superan de manera satisfactoria. Saber perdonar y sentirse perdonados es una experiencia fundamental en la vida familiar»[254].
«El difícil arte de la reconciliación, que requiere del sostén de la gracia, necesita la generosa colaboración de familiares y amigos, y a veces incluso de ayuda externa y profesional»[255].
Si tuviéramos que enumerar cada una de esas causas llegaríamos a tantas como personas habitan la tierra, pues cada persona es un mundo. Y si a eso añadimos la unión de dos personas, cada matrimonio es un mundo por dos.
Así que voy a intentar enumerar de manera resumida cuáles son las causas o crisis internas que habitualmente vemos en el Instituto Coincidir, cuando trabajamos con parejas o matrimonios en situación de dificultad y que pueden influir a la hora de disfrutar de una relación sana.
1La falta de autoconocimiento.
En primer lugar, la falta de autoconocimiento como motivo que afecta directamente no sólo a la relación que uno tiene consigo mismo, sino a cómo se relaciona con los demás.
Si yo me conozco bien y soy consciente de mis virtudes y mis defectos lograré aceptarme y quererme como soy. De esta manera, podré conocer mejor a la persona que tengo a mi lado y aceptarlo como es. Nadie es más que nadie en una relación.
Así, tendrán una clara influencia los cambios de humor, que pueden provocar una nula comunicación o una comunicación inhibida, o cómo dependiendo de ese autoconcepto que tengamos de nosotros mismos nos manifestemos de una manera en nuestras casas y de otra con respecto a los demás.
También influirá a la hora de relacionarnos con los nuestros, los celos, reflejo de una inseguridad, la pérdida del atractivo físico por el paso del tiempo, etc…
2La falta de autoestima.
Una relación mal vivida con nuestros padres en la niñez o en la adolescencia puede hacer que el proceso de maduración haya sido nulo, incompleto o tardío y desemboque en un egocentrismo, que puede ser causa de muchas dificultades en la pareja a la hora de comunicarse y de tomar decisiones.
Generalmente este tipo de personas tienen un estilo comunicativo inmaduro (agresivo o inhibido), generando en ocasiones conflictos en la pareja, unas veces a través de discusiones de difícil acuerdo y otras, desembocando en una nula relación provocada por un distanciamiento en la relación.
3El perfeccionismo.
El perfeccionismo que pretende que todo se haga de la manera que yo lo hago porque es la buena, es la única. De esta forma, sólo conseguiremos alejar a la otra persona de nosotros y de lo que hacemos, ya que no se motiva la intervención, porque nunca se va a alcanzar el grado de perfección que nosotros anhelamos y exigimos a los demás.
4La pérdida de confianza.
La pérdida de confianza, que puede venir provocada por situaciones con las que no contábamos y donde el engaño, la ocultación o el silencio de la persona que amamos hace que se disparen todas las alarmas. Eso unido a un autoconcepto bajo de mi persona o no creer en lo que tenemos entre manos, puede provocar que no confiemos en la persona que vive a nuestro lado.
5No saber poner límites.
El no saber poner límites, no decir No ante diferentes situaciones u obligaciones mal entendidas. No sólo en lo que tenga que ver con factores externos a la pareja, sino con nosotros mismos, generando una situación de desgaste a nivel personal que acaba repercutiendo en nuestra relación de pareja y por supuesto en nuestra relación familiar.
Una base esperanzadora: todos estamos hechos para el amor
En definitiva, son heridas no sanadas, cuando por alguna circunstancia no hemos recibido el amor que necesitábamos o no hemos dado el amor que podíamos.
El Papa Francisco nos lo recuerda en Amoris Laetitia AL 240.
“…… Cada uno tiene que ser muy sincero consigo mismo para reconocer que su modo de vivir el amor tiene estas inmadureces. Por más que parezca evidente que toda la culpa es del otro, nunca es posible superar una crisis esperando que sólo cambie el otro. También hay que preguntarse por las cosas que uno mismo podría madurar o sanar para favorecer la superación del conflicto”.
Este tipo de circunstancias nos descubren que la persona está hecha para el amor y de que necesitamos ese amor para crecer. Por ello, el acompañar a las personas a superar esas crisis internas, ayudando a cambiar la mirada:
Primero hacia ellos mismos, hacia su interior, para que vean a esa persona creada para ser lo que está llamada a ser en plenitud.
Y más adelante, acompañando para enseñar a mirar y ver más allá de lo que a simple vista tenemos delante, nos descubrirá no sólo lo que hay en nuestro corazón, sino en el corazón del otro, de nuestro esposo o de nuestra esposa.
Sólo así sabremos perdonar, primero perdonándonos a nosotros mismos, y después a nuestro acompañante de viaje y sólo así, fortaleceremos ese Nosotros que conforma el matrimonio.
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