En el transcurso de la celebración, el Papa Francisco bendijo el Santo Crisma y los demás Óleos Sagrados, Óleo de los Catecúmenos y Óleo de los Enfermos, que se usarán a lo largo del año para impartir los sacramentos. Además, los sacerdotes presentes renovaron las promesas realizadas el día de su ordenación.
En su homilía, el Papa Francisco recordó que “la persecución y la Cruz están ligadas al anuncio del Evangelio”, y aseguró que en la Cruz “no hay ambigüedad”, “la Cruz no se negocia”.
“El anuncio del Evangelio siempre está ligado al abrazo de alguna Cruz concreta. La luz mansa de la Palabra genera claridad en los corazones bien dispuestos y confusión y rechazo en los que no lo están”, aseguró el Pontífice.
El Papa recordó algunos de los ejemplos protagonizados por Cristo que enseñan esta verdad evangélica: la semilla buena que da fruto y despierta la envidia del enemigo que siembra cizaña a su alrededor, la ternura del padre hacia el hijo pródigo genera la indignación del hermano, la generosidad del dueño de la viña hacia los últimos obreros contratados despierta la envidia de los obreros con mayor antigüedad, la misericordia de Jesús hacia pecadores como Zaqueo, Mateo o la samaritana despierta el desprecio de los que se creen justos…
Todos estos ejemplos “nos hacer ver que el anuncio de la Buena Noticia está ligado misteriosamente a la persecución y a la Cruz”.
Por lo tanto, “la Cruz está presente en la vida del Señor al inicio de su ministerio e incluso desde antes de su nacimiento. Está presente ya en la primera turbación de María ante el anuncio del Ángel; está presente en el insomnio de José, al sentirse obligado a abandonar a su prometida esposa; está presente en la persecución de Herodes y en las penurias que padece la Sagrada Familia, iguales a las de tantas familias que deben exiliarse de su patria”.
Esta realidad “nos lleva a comprender que la Cruz no es un suceso a posteriori, ocasional, producto de una coyuntura en la vida del Señor”.
Cuando llegó su hora, Jesús “abrazó la Cruz entera. ¡Porque en la Cruz no hay ambigüedad! La Cruz no se negocia”.
Otra reflexión del Papa se refiere a la acción del demonio: La serpiente, “al ver al crucificado inerme, lo muerde, y pretende envenenar y desmentir toda su obra. Mordedura que busca escandalizar, inmovilizar y volver estéril e insignificante todo servicio y sacrificio de amor por los demás”.
Sin embargo, “con Jesús crucificado las cosas se invirtieron: al morder la Carne del Señor, el demonio no lo envenenó, sino que, por el contrario, junto con el anzuelo de la Cruz se tragó la Carne del Señor, que fue veneno para él y pasó a ser para nosotros el antídoto que neutraliza el poder del Maligno”.
Al finalizar la homilía, los siete diáconos encargados de los Óleos se trasladaron con los Óleos frente al altar. A continuación, los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales. Tras la renovación de las promesas, los diáconos subieron al presbiterio con los Óleos y el Pontífice los bendijo.
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