2 maggio ore 17.18: si rinnova il prodigio della liquefazione del Sangue di San Gennaro pic.twitter.com/QVB8LIeVLL
— Chiesa di Napoli (@Chiesadinapoli) May 2, 2021
La sangre de San Genaro, que se conserva sólida en un relicario, se suele licuar tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta de San Genaro) y el 16 de diciembre, en memoria del milagro producido por la intercesión de San Genaro que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
No obstante, el miércoles 16 de diciembre del 2020, la sangre de San Genaro no se licuó. El abad de la Capilla de San Genaro en la Catedral, Mons. Vincenzo De Gregorio, explicó en aquel entonces que de las tres fechas, el 16 de diciembre es cuando con más frecuencia no se produce el milagro.
Para mayo de 2021, debido a la crisis provocada por la pandemia COVID-19, no se realizó la procesión que, según la tradición, la tarde del sábado anterior al primer domingo de mayo, siempre se trasladaba la sangre y el busto del santo patrono de Nápoles y Campania de la catedral a la iglesia de Santa Chiara.
Por los motivos mencionados, incluso en el aniversario de este año solo se celebró la Eucarística en la Catedral, con la presencia de 200 personas y una transmisión televisiva y web.
En su homilía, el Arzobispo de Nápoles, Mons. Domenico Battaglia, expresó que “si la liturgia de hoy no puede desarrollarse por las calles de Nápoles”, entonces “son las calles de Nápoles, con sus habitantes y las mil historias de los callejones y barrios, que hacen su entrada en esta iglesia catedral través de nuestra oración y nuestro recuerdo”.
“Hermanos y hermanas, hoy les ruego no ceder a la tentación de pararse en el umbral de la superficie, intrigados por el prodigio, presos del deseo de leer en él buenos deseos o presagios nefastos para nuestro futuro: la sangre, ya sea que se licué o permanezca en su santidad inalterada, nos debe remitir a la sangre de Cristo, en cuyo misterio pascual nos encontramos todavía y que es el único que da sentido al gran e intenso icono de la sangre que se licúa, para recordar que está siempre vivo en el sufrimiento y en la esperanza de todos los hombres y mujeres que son salvados por Jesús”, reflexionó el arzobispo.
Más adelante, aseguró que la “sangre de los mártires no es una pieza de museo ni una simple reliquia para ser atesorada sino que es un signo vivo del hoy que se nos da, una clara indicación para este tiempo que estamos llamados a vivir, una profecía del camino en el que debemos vivir y una clara referencia a aquello por lo que vale la pena morir”.
“Como discípulos del Resucitado, aprendamos, pues, a leer juntos, sin miedos anacrónicos, las poderosas ‘señales’ que nos muestra esta sangre y a ponernos en marcha junto a los mártires de todo lugar y de cada época, por los caminos evangélicos, siendo testigos de una fidelidad a Dios que se hace creíble por el servicio al hombre vivido sin reservas”, continuó.
Mons. Battaglia resaltó que “la sangre habla y está viva, así como sigue viva la sed de justicia y la necesidad de una ‘normalidad’ de cercanía, proximidad, necesidad que la pandemia actual hace aún más urgente”.
La licuefacción de la sangre de San Genaro es un fenómeno inexplicable. Además de diciembre de 2020, en diciembre de 2016 el milagro tampoco se produjo, y en 2018 se licuó con varias horas de retraso.
Otras veces, se puede licuar incluso fuera de las fechas indicadas. El mismo Papa Francisco fue testigo del inexplicable fenómeno en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre.
Se trata de un hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX. El milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007.
El martirio de San Genaro
San Genaro, patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las bestias sólo rugieron sin acercárseles.
Entonces fueron tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.
Las reliquias de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente llegaron a Nápoles en 1497.
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