De acuerdo al relato de San Mateo, el rey Herodes mandó a matar en Belén y sus alrededores a los niños menores de dos años, en su intento por acabar con el Niño Jesús. Herodes dio esta orden al verse burlado por los Reyes Magos, quienes regresaron a sus países por otra ruta para no revelar dónde estaba el Mesías.
Cuando los reyes ya se habían ido, un ángel se le apareció en sueños a San José, y le dijo que tomara “al niño y a su madre”, que huyera a Egipto y que se quedara allí. “José se levantó, tomó al niño y a su madre, y salió con ellos de noche camino de Egipto, donde estuvieron hasta que murió Herodes”, narra el Evangelio.
El Directorio de Liturgia y Piedad, en el párrafo donde se refiere a la fiesta, señala que “en nuestros días los niños padecen todavía innumerables formas de violencia, que atentan contra su vida, dignidad, moralidad y derecho a la educación. Hay que tener presente en este día la innumerable multitud de niños no nacidos y asesinados al amparo de las leyes que permiten el aborto, un crimen abominable”.
En una reflexión enviada a ACI Prensa, el P. Bonnin considera que “es importante darse cuenta de que la malicia actual es mucho mayor que en el pasado”.
“Hoy la identidad humana del embrión está absolutamente fuera de duda, gracias a los avances de la genética y la embriología. La barbarie de Herodes es multiplicada de manera exponencial por los promotores del aborto y por la industria que se genera en torno a los cuerpos de los niños abortados, como con horror hemos podido presenciar en el ‘moderno’ siglo XXI”, lamentó.
El sacerdote asegura que la sangre de los niños abortados “clama al cielo”, y lamenta que la humanidad se haya “acostumbrado a convivir con este crimen”.
“Nuestro silencio podría ser considerado incluso cómplice”, subrayó.
Al mismo tiempo, continuó el presbítero, “esta fiesta es un signo de esperanza: Dios vence siempre”.
“La salvación y ‘canonización’ de estos niños que fueron asesinados de manera cruenta –sin el bautismo sacramental, pero con un ‘bautismo de sangre’– es para nosotros motivo de confianza en la salvación de los niños muertos a causa del aborto. Creemos y confiamos que la Misericordia del Señor los abraza, como abrazó a los inocentes del siglo I”, agregó.
El sentido real de la fiesta de los Santos Mártires inocentes en la octava de Navidad
El Directorio de Liturgia y Piedad popular señala que “desde el final del siglo VI, la Iglesia celebra el 28 de Diciembre la memoria de los niños a los que mató el ciego furor de Herodes por causa de Jesús (cfr. Mt 2,16-17).”
El P. Bonnin resalta que el “hecho que da lugar a esta celebración está narrado solamente por Mateo, pero es perfectamente verosímil históricamente”.
“La tradición litúrgica llama a estos niños ‘Santos Inocentes’ y los considera mártires. Si bien ellos no tenían aún uso de razón, fueron incorporados gratuitamente a la obra redentora de Cristo y recibieron la corona del martirio”.
“En ellos se destaca la primacía de la Gracia, anterior a todo mérito por parte del hombre”, explicó.
Según el Directorio: “A lo largo de los siglos, en el arte, en la poesía y en la piedad popular, los sentimientos de ternura y de simpatía han rodeado la memoria de este ‘pequeño rebaño de corderos inmolados’; a estos sentimientos se ha unido siempre la indignación por la violencia con que fueron arrancados de las manos de sus madres y entregados a la muerte”.
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