Antídoto contra el individualismo, fuente de vida, fuente de esperanza y de verdadera alegría: en los ocho años de su pontificado, el Papa Francisco ha delineado un verdadero "identikit" de la Virgen María, indicando en Ella un modelo a seguir para las mujeres de nuestro tiempo
Algunos las han redefinido como «las equilibristas»: son madres italianas con hijos menores de edad, siempre al límite entre la familia y el trabajo. Según el último informe de «Save the Children», publicado en mayo de este año, hay algo más de 6 millones de mujeres en Italia que se encuentran en estas condiciones y que en 2020, año en el que estalló la pandemia del Covid-19, se vieron significativamente penalizadas por el mercado laboral, debido a la carga de trabajo doméstico y de cuidados que tuvieron que soportar durante los periodos en los que los servicios de guardería y las escuelas estuvieron cerrados. De las 249.000 mujeres que perdieron su empleo en 2020, señala el estudio, 96.000 son madres con hijos menores. Entre ellos, 4 de cada 5 tienen hijos menores de 5 años. Además, las mujeres italianas son las más viejas de Europa en el momento del nacimiento de su primer hijo (32,2 años, frente a una media de la UE de 29,4), mientras que sólo el 45% de las madres con hijos recién nacidos reciben una prestación por maternidad, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
María, nuestra Madre
¿Qué se puede hacer para mejorar esta situación? Además de los cambios radicales necesarios en el mundo del trabajo, en el apoyo a la familia y en la promoción del papel de la mujer en la sociedad, los cristianos y todas las personas de buena voluntad tienen un recurso más: pueden mirar a María, Madre de Dios, Ella que representa un modelo de mujer y madre por excelencia. Sus características han sido bien delineadas por el Papa Francisco en los ocho años de su pontificado: releyendo sus homilías pronunciadas entre 2014 y 2021 en la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, que cae el 1 de enero, surge un verdadero «identikit» de la Santísima Virgen en el que las mujeres de hoy pueden inspirarse. «Fuente de esperanza y de verdadera alegría», de hecho, María no es sólo la Madre de Dios, sino que es también «nuestra Madre», Aquella que «nos precede y nos confirma continuamente en la fe, en la vocación y en la misión -dijo Francisco en 2014- Con su ejemplo de humildad y disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio alegre y sin fronteras del Evangelio». De este modo, nuestra misión será fructífera, porque se inspira en la maternidad de María».
No se puede entender a Jesús sin su Madre
Su «estrechísima relación» con Jesús es también central, como es natural «entre todo hijo y su madre». «La carne de Cristo – subrayó el Papa en 2015 – se tejió en el seno de María», creando de hecho una «inseparabilidad». Lo que significa que María «está tan unida a Jesús porque tenía el conocimiento de su corazón, el conocimiento de la fe, alimentado por la experiencia materna y el vínculo íntimo con su Hijo. Por eso es imposible entender a Jesús sin su Madre».
Maria Madre de Dios
Con María se capta el sentido de los acontecimientos
No sólo: la que «creyó las palabras del Ángel» representa el cumplimiento de «una antigua promesa» y la consecución de «la plenitud de los tiempos». En este sentido, explicó el Pontífice en 2016, María se nos presenta como «un recipiente siempre lleno de la memoria de Jesús, sede de la sabiduría, de la que se puede sacar para tener una interpretación coherente de su enseñanza». En la práctica, dijo Francisco, la Virgen nos permite «captar el sentido de los acontecimientos que nos afectan personalmente, a nuestras familias, a nuestros países y al mundo entero», gracias a la «fuerza de la fe que aporta la gracia del Evangelio de Cristo».
Antídoto contra el individualismo y el egoísmo
Pero hay un aspecto, en particular, gracias al cual María puede ser un punto de referencia para todas las madres de hoy: el Papa lo recordó en 2017 y está siendo «el antídoto más fuerte contra nuestras tendencias individualistas y egoístas, contra nuestra cerrazón y apatía». «Una sociedad sin madres no sólo sería una sociedad fría», dijo Francisco hace cuatro años, «sino una sociedad que ha perdido el corazón, que ha perdido el «sabor de la familia». Una sociedad sin madres sería una sociedad sin piedad, que sólo ha dado paso al cálculo y la especulación. Porque las madres, incluso en los peores momentos, saben dar testimonio de la ternura, de la entrega incondicional, de la fuerza de la esperanza».
Protección contra la “orfandad espiritual”
Las madres que sufren, aquellas cuyos hijos están encerrados en la cárcel, hospitalizados o esclavizados por la droga, las que viven en campos de refugiados o en medio de la guerra -dijo el Pontífice en 2017- tienen mucho que enseñar porque «no se rinden y siguen luchando para dar lo mejor a sus hijos». Y a veces «lo mejor» significa, literalmente, la vida. «Donde hay una madre hay unidad, hay pertenencia, pertenencia de los hijos», reiteró el Papa, señalando a María como la que nos protege «de la corrosiva enfermedad de la ‘orfandad espiritual’, la que encuentra espacio en el corazón narcisista que sabe mirar sólo a sí mismo y a sus propios intereses».
Una madre migrante con su familia
Un mundo sin la mirada de una madre es miope
Por eso, la devoción a la Madre de Dios «no es una etiqueta espiritual, sino una exigencia de la vida cristiana», añadió Francisco en 2018. Mirando a María, de hecho, «se nos anima a dejar atrás muchos lastres inútiles y a redescubrir lo que cuenta (…) La Madre es la firma de Dios en la humanidad». Su «mirada maternal», de hecho, explicó el Pontífice en 2019, «infunde confianza, ayuda a crecer en la fe» y «nos recuerda que la ternura, que frena la tibieza, es esencial para la fe». «La mirada de la madre, la mirada de las madres -añadió el Papa- Un mundo que mira al futuro sin una mirada maternal es miope. Puede aumentar los beneficios, pero ya no podrá ver en los hombres a los niños. Habrá beneficios, pero no serán para todos. Viviremos en la misma casa, pero no como hermanos. La familia humana se basa en las madres. Un mundo en el que la ternura maternal queda relegada a mero sentimiento puede ser rico en cosas, pero no en mañanas».
La Virgen no es un extra opcional
Además de su mirada, el «abrazo» de María es también esencial, un baluarte contra «la vida fragmentada de hoy, en la que corremos el riesgo de perder el hilo». Conectado, pero desunido, de hecho -dijo Francisco- el mundo necesita confiarse a la Madre que es «un remedio para la soledad y la desintegración, es la Madre del consuelo, que con-suelve: está con los que están solos» y «los toma de la mano, los introduce con amor en la vida». Dios, subrayó el Pontífice, «no prescindió de la Madre: con mayor razón la necesitamos». Esto significa que «la Virgen no es una opción: hay que acogerla en la vida. Ella es la Reina de la Paz, que vence el mal y conduce por los caminos del bien, que trae la unidad entre los niños, que educa en la compasión».
La violencia contra las mujeres es una profanación de Dios
Otra característica de María, recordada por el Papa en 2020, es su capacidad de «guardar las cosas en el corazón», es decir, de cuidar, «de tomar la vida a pecho». Y esta es una actitud «propia de la mujer», dijo Francisco, porque «la mujer muestra que el sentido de vivir no es seguir produciendo cosas, sino tomar a pecho las cosas que hay». Sólo quien mira con el corazón ve bien, porque sabe «ver dentro»: la persona más allá de sus errores, el hermano más allá de sus debilidades, la esperanza en las dificultades; ve a Dios en todo». De ahí el llamamiento del Pontífice a la protección de las mujeres: son «fuentes de vida» y, sin embargo, «son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a la prostitución y a suprimir la vida que llevan en sus vientres». Toda violencia infligida a una mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer», dijo el Papa el año pasado, «del cuerpo de una mujer vino la salvación para la humanidad: de cómo tratamos el cuerpo de una mujer entendemos nuestro nivel de humanidad».
No humillar la maternidad
Fuerte advertencia de Francisco contra la explotación del cuerpo femenino «en los altares profanos de la publicidad, el lucro, la pornografía». Debe ser liberada del consumismo, debe ser respetada y honrada; es la carne más noble del mundo, ¡ha concebido y dado a luz al Amor que nos ha salvado!» Igualmente, sentida fue la llamada contra la humillación de la maternidad, tan frecuente hoy en día, y debido a que «el único crecimiento que nos interesa es el económico». Hay madres que se arriesgan a realizar arduos viajes para intentar desesperadamente dar al fruto de su vientre un futuro mejor y son juzgadas como excedentes por personas cuyas barrigas están llenas de cosas y cuyos corazones están vacíos de amor».
El Papa bendice a una madre embarazada
María trae a Dios en el tiempo
Por último, en enero de este año, el Papa destacó otro rasgo de María tan importante para los tiempos actuales: su capacidad de «llevar a Dios al tiempo». «El tiempo es la riqueza que todos tenemos -subrayó Francisco-, pero de la que somos celosos, porque queremos usarlo sólo para nosotros. Esta es, pues, «la gracia» que la Virgen puede ayudarnos a pedir para el nuevo año: «encontrar tiempo para Dios y para el prójimo, para los que están solos, para los que sufren, para los que necesitan escucha y atención». «Si encontramos tiempo para dar -concluyó el Papa- nos sorprenderemos y seremos felices, como los pastores».
Las celebraciones del Papa
Por último, con motivo de la solemnidad de la Santísima Virgen María Madre de Dios, la primera fiesta mariana que aparece en la Iglesia occidental, el Papa presidirá dos celebraciones en la basílica vaticana: hoy, 31 de diciembre, a las 17 horas, dirigirá las primeras vísperas, a las que seguirá la exposición del Santísimo Sacramento, el tradicional canto del himno «Te Deum» de fin de año civil y la bendición de la Eucaristía. Para evitar aglomeraciones y el consiguiente riesgo de contagio de Covid, el Papa no visitará el belén instalado en la Plaza de San Pedro al final de la celebración en la Basílica.
Sin embargo, mañana, 1 de enero de 2022, octava de Navidad, a las 10 de la mañana, Francisco presidirá la Santa Misa, durante la cual también rezará por los padres, para que tengan «la alegría de educar a sus hijos en la santidad», y por las personas solitarias y angustiadas, para que experimenten «la dulce compañía de Jesús». La celebración coincidirá con la 55ª Jornada Mundial de la Paz, para la que el Pontífice ha redactado un mensaje dedicado al tema «Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera».
Escrito por Isabella Piro – Ciudad del Vaticano
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