Debo confesarlo, no me resistí (un bello testimonio)

Me miró sospechoso, guardó un incómodo silencio y de pronto sonrió y me devolvió el saludo: “Feliz Navidad para usted también”

Hoy lo hice de nuevo. No pude resistirme, ante tanto ataque a nuestra Santa Navidad, en la que reemplazan a Jesús y a María en los nacimientos y te inculcan decir: “Felices Fiestas” en lugar de “Feliz Navidad”.

Me brotó de lo profundo del alma empezar a saludar a todo el que viera con un espléndido:  “¡FELIZ NAVIDAD!”.

Algunos me miraban como a un bicho raro, pero te diré un secreto: “me encanta ser un bicho raro para Jesús”.

En un mundo tan agitado, materialista, de consumo, lleno de odios y dificultades, la alegría parece ser un desconocido.  

Pero no en todos. Había quienes de pronto sonreían y me devolvían entusiasmados el saludo navideño. Era una gran novedad y me llenaba de ánimo para continuar.

También en pandemia, feliz Navidad

No es primera vez que salgo entusiasmado a esparcir este maravilloso saludo navideño.

Pero este año en medio de una dolorosa pandemia, con tanto sufrimiento a nuestro alrededor, cuesta más. Y es natural. Muchos cargan pesadas cruces. Nos toca aligerarles el peso con una palabra de aliento, un saludo, un: “Dios te ama”.

En días como hoy pienso en el letrero que don Bosco mandó colgar en sus oratorios:

“Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía”.

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La Navidad no es tiempo para dejar entrar la tristeza o el desaliento. Es un tiempo de profunda ALEGRÍA.

La razón de la alegría

Y a pesar de todo, debemos estar alegres pues esperamos la llegada de nuestra esperanza y Salvador.

«Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».

Isaías 9

Por la puerta de tu alma, en Navidad, solo deben entrar: la gracia tras una buena confesión sacramental, la alegría de la Navidad y los méritos de la oración devota.

Saludar a todos con un alegre “Feliz Navidad”, es mi sello personal en cada Navidad. No imaginas cuánto lo disfruto.

Veo las reacciones de las personas, sus rostros de sorpresa, sus miradas que cobran un brillo inesperado de felicidad.

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En este Adviento he rezado mucho por el papa Francisco y por los gobernantes de mi país, por las familias, la santidad de los sacerdotes, las benditas Almas del Purgatorio y la conversión de los grandes pecadores.

¿Te animas a rezar por ellos y por nosotros en Aleteia?

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¿Cómo te fue?

Mi hijo Luis Felipe me ha pedido que lo lleve a hacer algunas diligencias en el auto.

Mientras se alista preparo una buenas dosis de ese “Feliz Navidad” que daré a grandes dosis, alegre, lleno de entusiasmo, para esparcirlo a donde vaya, con una sonrisa y mis mejores deseos de paz, prosperidad y santidad.

Haz la prueba y me cuentas cómo te fue.

Espera, hay algo que debo decirte:
“¡Todos los que formamos el equipo de Aleteia, queremos desearte una muy Feliz Navidad!

¡Dios te bendiga!

Amable lector de Aleteia… ¿Te gustaría compartir con nosotros tus experiencias con Dios? Te paso mi email personal. Puedes escribirme si lo deseas: cv2decastro@hotmail.com

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