Según la tradición, la sagrada cuna se conserva en una reliquia en la Basílica Santa María la Mayor y ha sido objeto de oración y devoción durante siglos. Se trata de los restos del “cunabulum”, de la “sagrada cuna”, del pesebre en el que, según los Evangelios, el Niño Jesús fue colocado recién nacido.
En el año 432 d.C. el Papa Sixto III decidió realizar al interior de la primitiva Basílica de Santa María la Mayor una “gruta de la Natividad” similar a Belén. La Basílica tomó entonces el nombre de "Santa Maria adpraesepem", que en latín significa “pesebre”.
Reliquia de la sagrada cuna. Foto: Reliquiosiamente
Todo esto fue objeto de una devoción popular que empujó a muchos fieles, que regresaban de las peregrinaciones a Tierra Santa, a llevar como regalo los que eran considerado los valiosos fragmentos de la madera del famoso pesebre que acogió al Niño Jesús, aún hoy guardado en un relicario con el nombre de la sagrada cuna (cunabulum).
En Santa María la Mayor también se conserva otra reliquia relacionada con el pesebre: el “panniculum”, un pequeño trozo de tela, del tamaño de una mano, guardado en un estuche donado por Pío IX, según la tradición, una tira de las telas con las que María envolvió el Niño Jesús.
En el pasado, durante las fiestas navideñas, la sagrada cuna se colocaba en la nave central para la veneración de los fieles, pero el mal estado de conservación de los restos impidió su traslado.
Traducido y adoptado por Mercedes De La Torre el 24 de diciembre de 2020. Publicado originalmente en ACI Stampa.
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