Tu donación puede suscitar vocaciones de religiosas Carmelitas

Las Carmelitas del Monasterio del Sagrado Corazón de la Virgen de Gracia en Caudete (Albacete) tienen un sueño: crear una hospedería para chicas atraídas por la vida contemplativa. Necesitan nuestra ayuda

La Madre Josefina Marco Navarro, Priora de la Comunidad de Carmelitas de Caudete  (Albacete), tiene un sueño contagioso: responder a la petición de discernimiento de chicas que se sienten atraídas por la vida contemplativa y que quisieran vivir días de convivencia en el monasterio.

Para poder hacer realidad este sueño, necesitan transformar la casa de la familia de antiguos «demandaderos» de este monasterio, dedicado al Corazón de Jesús y de la Virgen de Gracia, en una hospedería.

El amor que la Madre Josefina está poniendo en este proyecto se entiende cuando revela a Aleteia la historia de su sorprendente vocación a la vida contemplativa. 

Comunista y atea

«Mi familia era de vida cristina, pero llegó mi adolescencia, me volví comunista y atea –comienza contándonos la Madre Priora–. Yo quería estudiar psicología o psiquiatría, porque para mí los enfermos mentales eran los más discriminados, los que estaban más solos y me sentía llamada a ayudarles».

Josefina dejó su pueblo para ir a Valencia a estudiar psicología, como cualquier otra estudiante. Compartía piso con otras chicas. La convivencia era pacífica hasta que se tocaban temas de religión. En esos momentos, saltaban chispas entre Josefina y las compañeras, una de ellas del Camino Neocatecumenal.

«La asignatura de estadística, me costaba mucho, por lo que le pedí a una compañera que viniera a casa a estudiar – sigue contando la Madre carmelita –. Muy de noche nos bajamos a tomar un café. Cuando fuimos a pagar, el camarero nos señaló a un chico que nos había invitado. Estaba jugando al billar y jugamos una partida con él. A mí me encanta el billar».

«Yo entonces lo invité a tomar un café en mi piso y el chico nos pidió quedarse a dormir. Por la mañana me levanté y vi al chico pinchándose heroína y yo me hice esta afirmación a éste lo saco yo de la droga y empecé a salir con él para ayudarle a desengancharse de las drogas…».

Este chico le decía en muchas ocasiones que el sitio donde sentía paz era cuando entraba en una iglesia vacía. Josefina empezó un camino de vocación sin darse cuenta. Ese chico fue crucial en su discernimiento. En esos meses la joven volvió a su pueblo, y su novio no paraba de llamarla todos los días como unas treinta o cuarenta veces para decirle: «Fina lo que tienes que hacer es ir a hablar con un cura y yo le decía, pero cómo me dices eso si sabes que yo paso, pero él siempre me insistía, sí, ves porque ellos tienen el secreto de confesión y tú necesitas desahogarte, y así día tras día…»

«Hablé con mi amiga Gracia, la compañera del piso, la que era Neocatecumenal para que me trajera de mi habitación unos apuntes de Lógica pues tenía examen final el lunes siguiente. Cuando llegó y le conté el rollo del pesado de mi novio, para tranquilizarme me dijo: ¡no pasa nada Fina, ha venido al pueblo un fraile muy majo, vente conmigo y te lo presento!»

«Y yo aburrida y dejándome llevar de ella y para callar la boca a José me monté en su moto y me llevó al convento de frailes carmelitas que hay en Caudete.  Y, como el que no quiere la cosa, me abrí totalmente… Cuando ya no me quedaba nada me dijo el P. Manuel Bonilla:  FINA DIOS TE AMA Y TE ESTÁ HABLANDO EN LOS ACONTECIMIENTOS…¡ESCUCHALO!»

La confesión que cambió una vida

Y me dijo el P. Manuel: “¿QUIERES RECIBIR EL PERDÓN DE TUS PECADOS?  Y yo le contesté Padre aquí hay materia…Y, en el momento que recibí el Sacramento de la Reconciliación sentí una Paz impresionante, una creatura nueva. Sin que nadie me dijera nada me apetecía ir a Misa y mi madre alucinaba en colores. Pero el encuentro con el Señor fue el 15 de junio del 1986, al acudir a mi segunda Eucaristía después de mi confesión. Allí me esperaba el Señor con el evangelio de la pecadora a los pies de Jesús en casa de Simón. Sentí que este evangelio era para mí, me identifiqué con esta pecadora y, comenzó a llorar y llorar, me sentía querida inmensamente por el Señor.

Salí de la iglesia de S. Francisco de mi pueblo y comencé a caminar y sin saber cómo me encontré en el camino de la Virgen de Gracia, Patrona de mi pueblo, y al pasar por delante del Monasterio de Monjas Carmelitas sentí con muchísima fuerza que el Señor me decía: ¡Fina que yo te quiero ahí y tú serás mía! Yo no entendía nada, pero fue una experiencia tan fuerte que no me pude resistir y toqué al timbre del convento. (tengo que comentar que yo había pasado por esta puerta millones de veces porque en este camino, a unos 250 m. aproximadamente, está el colegio del Amor de Dios al que yo asistí desde los tres a los catorce años y, jamás se me había ocurrido entrar porque pensaba: ¡pobres mujeres ahí encerradas, qué aburrimiento!) me abrieron y entré a un locutorio y dije: ¡no sé lo que me pasa, pero yo quiero de eso y metí la mano entre la reja y pedí que quería entrar de monja! 

La hermana llamó a la madre Priora y le comenté mi deseo de ser Monja de clausura para estar a los pies de Jesús. Al entrar, le dije: ‘¡madre quiero ser como ustedes!’. La superiora consideró que sí tenía vocación y con el apoyo sobre todo de mi madre ingresé a los vestidos días en el convento, el siete de julio, día en que empezaba sin yo saberlo, la novena de nuestra Santísima Madre la Virgen del Carmen. Soy testigo de la misericordia, ternura y fidelidad del Señor en mi vida.

Ahora Josefina es Madre Priora y es la primera en servir a la Comunidad.  Por esto considera que es tan importante abrir en su Monasterio un espacio de acogida para aquellas jóvenes que piensan que tienen vocación. La hospedería les permitirá hacer su discernimiento.

En la actualidad la comunidad se compone de seis hermanas. Son queridísimas en el pueblo. Los habitantes de Caudete les demuestran su aprecio concretamente ofreciéndoles comida. 

El sueño de este monasterio: la hospedería

«Necesitamos recaudar 38 mil euros para arreglar la hospedería y un poco más para comprar muebles, ya que los que había estaban llenos de carcoma», revela la madre Josefina.  

«La iglesia también está mal, después de varios terremotos. Las ventanas también son viejas y entra frío, pero en Caudete nos quieren mucho. Las mujeres que vienen a la Adoración, al vernos muertas de frío, nos compraron una estufa y cada año nos compran el pellet. Ponemos las estufas en el refectorio y así ya no pasamos tanto frío.

La madre Josefina pide a los lectores de Aleteia que recen por ellas: lo que más valoran es la oración. A pesar de la situación precaria en la que se encuentran, tienen y transmiten paz.  

«Recen por nosotras, nosotras lo hacemos por ustedes y, si es posible, ayúdennos, por poco que sea para nosotras es un comienzo. Nuestra vocación como Orden del Carmen es ser hermanas», concluye la Madre Josefina.

Es posible ofrecer un donativo al Monasterio de las Carmelitas de Caudete, en particular para la construcción de su hospedería, a través de la Fundación DeClausura, dedicada al apoyo de comunidades de contemplativas y contemplativos. Indique en el comentario esta intención.

Aleteia, red global católica de información, en virtud de su misión fundacional, contribuye, en colaboración con laFundación DeClausura, a comunicar la vida y espiritualidad de los monasterios y conventos contemplativos.
DECLAUSURA
Belen de la Cruz

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